jueves, 25 de enero de 2018

Papá, quiero un cuento de tu voz. Quiero un cuento de tu voz significa que no se lo lea, que lo improvise, que lo imagine para que pueda sentirlo como una primicia de la que, preferiblemente, él sea el protagonista.
Érase un cuento que nadie queria contar. Estaba todo el tiempo encerrado en su libro de pasta dura, escondido en su pequeño hueco de la estantería. No tenía amigos. Algunos comentaban que era triste o que asustaba mucho, así que nadie iba a buscarlo, nadie separaba sus hojas. Hasta que un buen día se le acercó un niño, lo sacó cuidadosamente de su sitio y observó con atención el dibujo de la portada. En ese instante al cuento le cambió la cara, se puso tan feliz que sus letras bailaban sobre las páginas y casi se echan a volar como mariposas. El niño se preguntó entonces por qué estaría siempre tan solo. A lo mejor daba miedo porque salían lobos malos o hienas rabiosas o monstruos de color verde. O a lo mejor es que no lo conocían bien. El niño avanzó y avanzó, vio ilustraciones de todos los colores y leyó una a una todas las palabras, y cuando alcanzó el final se le encendió una sonrisa: resulta que le había gustado mucho, que era un cuento tan bonito como los otros y que no tenían razón los que decían que daba miedo. Antes de dejarlo en su hueco, le prometió que ya nunca estaría solo, que muy pronto volvería para leerlo de nuevo y para presentarle a sus amigos.
Es indudable que Darío me inspira.

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