domingo, 23 de septiembre de 2018

Procuro escribir todos los días -cuando digo escribir me refiero a crear una secuencia de palabras con voluntad de permanencia, susceptible de ser releída con agrado-, procuro hacer el gesto antiquísimo de abrir un libro con mis manos y recuperar, al azar, el universo de un fragmento apetecido, necesario. Pero no todos los días lo logro; a menudo se imponen inercias ajenas que van trabando los diversos flecos de mi pereza, dibujando su rostro definitivo.

sábado, 22 de septiembre de 2018

Vida intelectual nula, salvo que hablo en clase para unos alumnos. Ya ni siquiera me visitan indicios de posibles poemas, ni fantaseo con títulos de novelas que nunca escribiré, ni imagino desenlaces.
Y luego me sorprendo de que mi madre enferma, desmemoriada, a veces no me reconozca.