viernes, 30 de diciembre de 2011

MOMENTOS DE ORO

Cuando estoy con mis hijos, últimamente, noto que las horas se han ido vaciando de minutos, y los minutos de segundos, para convertirse estos y aquellos en momentos de oro, instantes de una dichosa plenitud que por primera vez desprecia la sustancia que llamamos tiempo.
Tanto leer y tanto escribir, tanto indagar en una y otra dirección, tanto perseguir quimeras, tantos conatos de definición de la felicidad, y de repente descubro en esto lo más valioso que me ha enseñado el año que ya expira.

jueves, 29 de diciembre de 2011

LOS PAPALAGI NO TIENEN TIEMPO

"Los Papalagi (u hombres blancos) siempre están asustados de perder su tiempo; todos saben exactamente cuántas veces el sol y la luna se han levantado desde el día en que vieron la gran luz por primera vez. Sí, juega un papel tan importante en sus vidas, que lo celebran a intervalos regulares, con flores y fiestas.
En Europa hay realmente poca gente que tenga tiempo, puede incluso que ninguna. Esa es la razón por la que corren por la vida como una piedra lanzada. Casi todos mantienen sus ojos pegados al suelo cuando caminan y balancean sus brazos para llevar mejor el paso. Cuando alguien los para, le gritan malhumoradamente: ¿Por qué me has parado?, ¿no ves que no tengo tiempo?
Con toda su fuerza y todas sus ideas, los Papalagi intentan ensanchar el tiempo tanto como pueden. Usan agua y fuego, tormentas y relámpagos del firmamento, para refrenar el tiempo. Ponen ruedas de hierro bajo sus pies y dan alas a sus palabras, sólo para ganar tiempo. ¿Y para qué sirve todo ese trabajo y esos problemas? ¿Qué hacen los Papalagi con su tiempo? [...] El tiempo resbala de sus manos como una serpiente deslizándose, porque tratan siempre de agarrarse a él. No permiten que el tiempo venga a ellos, sino que lo persiguen. [...]
¡Oh, mis hermanos amados!, nosotros nunca nos hemos lamentado del tiempo. Lo hemos amado como era, sin perseguirlo ni cortarlo en rebanadas. Nunca nos da preocupación o pesadumbre. Si hay entre vosotros alguno que no tenga tiempo, que hable. Nosotros tenemos tiempo en abundancia, siempre estamos satisfechos con el que tenemos, no pedimos más del que ya hay y siempre nos basta. Sabemos que alcanzamos nuestras metas a tiempo y que el Gran Espíritu nos llamará cuando perciba que ya es nuestro plazo, incluso si no sabemos el número de lunas consumidas desde la primera.
Debemos liberar de sus desilusiones al engañado Papalagi y devolverle el tiempo. Cojamos sus pequeñas y redondas máquinas del tiempo, aplastémoslas y digámosle que hay más tiempo entre el amanecer y el ocaso del que un hombre ordinario puede gastar."

Tuiavii de Tiavea, jefe samoano (hacia 1929)

miércoles, 28 de diciembre de 2011

CALLE LEALTAD

-Si le hago a usted una foto, sale mi yerno.
Regresaba yo a mediodía por esa callecita cuyo nombre siempre me ha llamado la atención, y, de frente, venía una mujer a la que le faltará muy poco para doblar mi edad. Ella se ha parado delante, a dos pasos de mí, cuan menuda es, y me ha dicho la frase de arriba con una gracia simpática, si se me permite el epíteto. Yo he indagado que cómo es eso y, quitándome las gafas de sol para que me reconociera mejor, he añadido que dónde vive y cómo se llama mi duplicado, porque no es la primera vez que alguien me descubre en esta ciudad (también me ha ocurrido en otras partes, es cierto) mi increíble parecido físico con otro individuo.
-Mi yerno se llama Juan Francisco Marín Belando y vive ahí cerca, en el barrio de Santiago El Mayor.
Yo esperaba que, con el paso de los segundos y la proximidad, la mujercita se apercibiría de alguna diferencia entre el otro y yo; pero se ha despedido muy segura de su observación, felicitándome las pascuas con esa gracia simpática que ya la define e insistiendo en sus palabras iniciales:
-Si le hago la foto a usted, le digo que sale él, mi yerno.

jueves, 22 de diciembre de 2011

LA ESPAÑA AZAROSA

No es verdad que la mejor lotería sea el trabajo y la economía, como insinuaba aquel refrán que se aplicaban mis abuelos y que heredaron mis padres, siempre a cuestas con su bandera de austeridad. Basta con atender a las reales imputaciones de corrupción que se ciernen sobre el real yerno de SS. MM., o a las comisiones inverosímiles que se adjudican los magnates de las finanzas y se pactan sin escrúpulo en los despachos consistoriales, o al volumen de fraude que calculan los inspectores de la hacienda pública; basta con esa puntita del iceberg de las indignaciones para convencernos de que no, que no es verdad. Si ayer se hacían quinielas sobre la estructura de un gobierno que viene a salvarnos de la crisis más crítica que recordarse pueda, hoy se conoce que los españoles -con sueldo o sin él, con prestación o sin ella- han invertido la vertiginosa cantidad de dos mil seiscientos ochenta millones de euros en tentar a la suerte, lo que se traduce, dicen los que saben, en una media de cincuenta y seis euros por habitante. La mejor lotería -hoy lo certificarán algunos- es la que de pronto nos toca con el azar de su dedo, aunque en algún recodo del camino que conduce a la felicidad más exultante y a la botella de cava y al mercedes pretencioso se nos extravíe la gracia antigua de la rima.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

AMIGOS

Nada más triste que afirmar de alguien que fue nuestro amigo, siquiera durante una etapa de la vida, porque ese pretérito aparentemente inocuo traiciona sin embargo los cimientos invencibles de la amistad y, de algún modo, nos exige explicaciones de veracidad con carácter retroactivo. ¿Estás seguro de que lo fue?, ¿se desautoriza por sí solo? Por eso, a veces, añadimos matices tales como amigo "verdadero" o amigo "de circunstancias" o simplemente "conocido antes que amigo".
Yo nunca supe con exactitud -ni lo sabré jamás, me temo- en qué dominio del lenguaje se dirime el significado de esta ni de otras palabras emocionales que no suelo usar a la ligera, quizás porque soy muy pudoroso con las etiquetas verbales, y cuando las coloco lo hago con la absoluta vocación de comprometerme por entero, de no defraudar ni defraudarme, aunque luego el discurso de la vida nos zarandee a su antojo y nos obligue al examen de conciencia.
Ahora la moda de las redes sociales contabiliza a los amigos por millares, parece que todo vale para engordar la generosa ubre del concepto, como si cualquier tipo de relación humana tuviera acceso a la intimidad cómplice que uno presupone a la amistad. Yo, más restrictivo y más prudente -¿más sensato?-, observo mi mano abierta y me reconforta advertir que sus dedos cuentan apenas la solidez de dos, de tres personas amigas, y me repito que podré sentirme honrado de que al menos esas tres o esas dos quieran decirlo de mí, y asumo la bonita expectativa de que aún me queden dedos para añadir un par de amigos más; pero amigos de verdad.

martes, 20 de diciembre de 2011

SÁBATO (O SABATO)

A finales de abril falleció el casi centenario Ernesto Sábato (o Sabato), apenas un par de días después de que alguien me preguntase si todavía estaba en este mundo y yo le dijese que creía que sí. Me resistí entonces a que la fuerza de la actualidad edificase una esquela que, inevitablemente, iba a ser tan coyuntural como todas las esquelas mortuorias que la actualidad exige. Sentí que los hombres y mujeres perdíamos una conciencia íntegra irremplazable, acaso el último de los "humanistas" que en pleno siglo XXI aún hacía honor a la pureza del concepto.
Al hombre Ernesto Sábato (o Sabato) lo vi en el paraninfo de la universidad de Murcia el día que le concedieron el honoris causa, allá por el mes de mayo de 1989. Después, claro, frecuenté El túnel, esa joya de novela que habré leído media docena de veces, y subrayé por todas partes El escritor y sus fantasmas, compendio reflexivo que explora el compromiso de quien escribe y el valor de verdad suprema que se ha de conceder a la imaginación literaria, al oficio de fabular. Pero hoy solo deseo rescatar para mis retales unas cuantas frases que no usurpo de sus libros, sino que las cacé al vuelo vivo de su palabra, mientras en la sala abarrotada de jóvenes se afianzaba la emoción cómplice y tronaba el fervor de los aplausos. Dijo Sábato (o Sabato):
"Las grandes novelas están hechas por instinto".
"La obra más subjetiva, si es auténtica, alcanza universalidad".
"Todo espíritu religioso, generalmente, es anticlerical; empezando por Cristo".
"La Iglesia no teme al ateo violento, sino a los indiferentes".
"Uno no escribe para pasar a la historia".
"El verdadero arte es siempre una reacción".

lunes, 19 de diciembre de 2011

NOSTALGIAS

Solía decir Primo Levi -tantos años en la frontera de la depresión y del suicidio- que existía un rincón de la casa familiar en Turín que le era especialmente confortable, y que al cabo de la vida había averiguado que fue ahí, en ese preciso espacio, donde tiempo atrás se ubicó el antiguo dormitorio donde lo alumbró su madre. Antes que la improbable justificación sensorial o extrasensorial del fenómeno, me interesa su virtud de símbolo, la magnífica metáfora significada en la nostalgia del paraíso intrauterino.
Escribo esto porque no hace mucho constaté -supongo que ya lo sabía, pero que mi conciencia no había reparado en ello- que cada vez que visito la casa de mis padres, allá en el pueblo, y duermo en la cama que me tienen dispuesta, disfruto de un bienestar íntimo que nunca me he atrevido a describir, pero que ahora, a la luz evocadora de Primo Levi, se colma de simbología y acaso de sentido: esa es la misma cama de matrimonio (su estructura lo es, aunque el viejo colchón de lana ya fue sustituido por otro más moderno) donde yacía mi madre cuando la asistió la comadrona para traer al mundo a su primogénito.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

EL MÓVIL

Después de comentar dos significativas frases que la habilidad de García Márquez inserta en su novela Crónica de una muerte anunciada (una: "me resistía a creer que la vida terminara por parecerse tanto a la mala literatura"; otra: "nunca le pareció legítimo que la vida se sirviera de tantas casualidades prohibidas a la literatura"), se me ocurrió indagar opiniones sobre la complicidad múltiple del coro de personajes en la ejecución del sacrificio, y también, cómo no, les pregunté por el móvil de los asesinos. Y sus respuestas me sorprendieron casi hasta el delirio, como si buscaran emular el chiste de cualquiera de esos monólogos de humor que amenizan nuestras veladas de domingo. Algunos advirtieron que no había ningún móvil, por la razón de que en el tiempo de la historia todavía no se había inventado o no había llegado a los pueblos pequeños; otros, más sutiles, apreciaron que tal vez se lo había requisado el juez y que precisamente el rastreo de las llamadas le ayudó a determinar por dónde habían pasado durante aquella larga noche los hermanos Vicario. Pero la más enigmática de todas admitía que el móvil era la principal clave de la historia, porque Ángela, la hermana repudiada, afirmó que se lo había robado Santiago Nasar aunque no pudiera demostrarlo, no tenía pruebas pero estaba segura de que pudo ser él, y de ahí el desarrollo de la trama y su fatal desenlace.

sábado, 10 de diciembre de 2011

ALEGRÍA DE SÁBADO

Me he despertado anticipándome en más de media hora a la música fatídica del despertador: aunque es sábado y no me esperan en el instituto, quería levantarme con tiempo para acompañar a mi hijo a su partido de fútbol. Sin embargo, he permanecido en la cama un rato más, entregado a esa dulce sensación que se nutre de silencio y de tiniebla y de sábanas calientes, aguardando el aviso puntual que anoche negocié en el reloj de mi teléfono móvil.
Desde el principio de mis días -creo que nací un viernes-, siempre preferí la promesa del sábado, reverso necesario a la tristeza que me embargaba y me embarga los domingos. Cuando era niño amaba las mañanas amplias y libres de cada sábado sin obligaciones escolares, el bullicio de las gentes en la angostura de la calle donde se instalaba el mercadillo del pueblo. Luego se me fue imponiendo la expectativa irrepetible de ir a jugar nuestro partido contra los muchachos de otro barrio, siempre en campos improvisados de cemento o de tierra, con dos pedruscos por toda portería, sin árbitro ni público, sudando camisetas sin el número ni el nombre de ningún ídolo, mas con nuestro sueño anacrónico de imitar en su regate y su remate a los héroes de entonces (Camacho, Breitner, Pirri, Santillana; Asensi, Neeskeens, Rexach, Johan Cruyff...). Después llegó la época de los deseos inmediatos, de la urgencia por vivir el vértigo insensato de tantas tardes y noches de los sucesivos sábados que ya se me extraviaron poco a poco tras su nebulosa de alcohol y de tabaco.
Hoy he llevado a mi hijo a su cita con el balón, poseído por una variedad de la alegría que es, sin duda, deudora de la de otros sábados de antaño; y él, enorme sobre sus diez años de vida, pisando el césped artificial de un campo reglamentario y con porterías de tres palos y red, ha querido colmar la nostalgia creciente de su padre con la dicha indiscreta de su gol. Ni que decir que hemos ganado este partido.

jueves, 8 de diciembre de 2011

JORGE, ARTISTA VERDADERO

Pasó la jornada del 30 sin que hallara el ánimo para sentarme a redactar la efeméride que tenía prevista en recuerdo de Jorge. Ese día se cumplieron diez años de su muerte -acaecida, en efecto, el último de noviembre de 2001, casualmente a la hora en que yo disfrutaba de una comida académica como colofón a la lectura de mi tesis doctoral-, pero lo cierto es que no conocí el triste desenlace hasta que hubieron transcurrido un par de semanas, acaso tres. Fue su hermana Mariola quien me informó por teléfono, y fue ella quien me transmitió su deseo de concertar una entrevista cuanto antes. El 3 de enero la visité en la finca familiar de Trieta, donde casi sin transición me hizo partícipe de la herencia inusitada: Jorge había dejado archivados con sus correspondientes indicaciones un montón de cuadernos y un manojo de papeles sueltos, además de una novela frustrada (así rezaba a mano, en la portada del mecanuscrito) y dos libros de poemas que tuve el honor de leer. Asumido el encargo de la albacea Mariola, me puse a trabajar con entusiasmo y en menos de un año había reunido y organizado en un volumen de casi doscientas páginas aquel compendio de reflexiones y de notas de diario que aún sigue en la sombra. Llevará por título, si conseguimos editarlo, El verdadero artista. Su autor, aquel chico con quien compartí inquietudes en la universidad y que supo admitirme como amigo: Jorge Martínez de Paco. In memóriam.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

MISÓGINOS O GINOFOBOS

"El misógino no desprecia a las mujeres. Al misógino, lo que no le gusta es la femineidad. Desde siempre los hombres se dividen en dos grandes categorías: adoradores de las mujeres, llamados también poetas, y misóginos o mejor dicho ginofobos. Los adoradores o poetas adoran los valores tradicionales femeninos, como el sentimiento, el hogar, la maternidad, la fertilidad, los santos rayos de la histeria y la divina voz de la naturaleza dentro de nosotros, mientras que a los misóginos o ginofobos esos valores les producen un cierto pavor. Los adoradores adoran en la mujer la femineidad, mientras que el ginofobo prefiere a la mujer antes que a la femineidad. No os olvidéis de una cosa: la mujer solo puede ser feliz con un misógino".

El libro de la risa y el olvido, Milan Kundera