martes, 31 de julio de 2018

El fenómeno de los bares que madrugan, no de los que tardan en cerrar. Los parroquianos se levantan antes de que se apaguen las luces de la noche y regresan a sus casas o ponen rumbo a sus trabajos con los primeros rayos de sol. En pueblos como el mío es un ritual digno de análisis, casi una institución.
Hace un tiempo que me gustaría escribir algo sobre ello, un cuento tal vez. Las historias pensadas y nunca escritas constituyen por sí mismas un género literario, un maravilloso bazar.

sábado, 28 de julio de 2018

Cómo será la casa sin ella; cómo será sin ellos...

martes, 24 de julio de 2018

Así las cosas, nada es lo mismo. Urge una relectura del realismo mágico, sobre todo de Pedro Páramo, la novela de Rulfo.

lunes, 23 de julio de 2018

Su madre -mi abuela- murió septuagenaria en la primavera de 1995, aunque eso no obsta para que algunas veces la vea pasar por la calle, pues sabe de buena tinta que se escapó de la casa y que ahora vive escondida.

viernes, 13 de julio de 2018

Esto no ha hecho más que empezar, apuntó su médico de familia hace un par de meses, cuando vine a consultar sobre posibles ayudas sociales y le detallé el avance de algunos síntomas. Aquella profecía clínica, facultativa, se me quedó grabada con su cortejo sentencioso, y mis silencios la estuvieron rumiando como si quisieran encontrarle un horizonte de bondad, una luz mínima, un símbolo.
Me bastó toda una mañana a solas con ella, ayer, para percatarme definitivamente de su extravío galopante, de los irreversibles desvaríos de la razón, de los estragos dolorosos de la desmemoria y el olvido. No es solo su vieja rencilla conyugal, su recelo posesivo de objetos y dinero, su laberinto de parentescos y de nombres, su ignorancia de la casa en la que vive más de treinta años, las esporádicas inversiones entre vivos y muertos, ese túnel sin retorno. Por primera vez, en unos instantes que suspendieron mi destino y el suyo, en unos minutos que ya vencieron cualquier porvenir, me confundió con su hermano.
Hoy, al levantarse, le he dicho que la encontraba más contenta, y ella, sin dudarlo, ha respondido que si está más contenta es porque estoy yo. No sé a qué yo se refería, pero me basta. Nos hemos abrazado largamente.

jueves, 12 de julio de 2018

Días atrás se me ahogó el teléfono móvil -cayó al retrete- y con él la red de contactos y conversaciones y la cuantiosa galería de fotos de toda índole que se me fueron añadiendo en los últimos tres o cuatro años. No tuve la precaución de prevenir lo que, sin embargo, es fácil que suceda, acaso necesario. Ahora pienso en esa cadena oculta de momentos almacenados que poco a poco indulté del olvido y aparté de la nada, en esa secuencia de imágenes guardadas para nunca que ya no volverán a mí, que se han diluido sin haber alcanzado más que una existencia virtual, digital, y siento la pérdida como si se tratase de una realidad física, como si se me hubiera amputado un miembro que estaba ahí aunque yo no lo utilizara.
Hay un halo melancólico en cualquier fotografía, sobre todo en las que se apiadan de instantes familiares, un impulso que nace ya triste porque reina irremediablemente en el pasado y comprende que no sobrevivirá a ningún futuro sensato, como esa estrella apagada hace milenios que todavía nos mira con su luz de entonces.

viernes, 6 de julio de 2018

Ecos de mar.
Rumores de un eterno.
Profundidades.

martes, 3 de julio de 2018

La indiferencia
de los astros, arriba,
es lo que envidio.