sábado, 22 de abril de 2023

LUZ EN LA NADA (ED. RENACIMIENTO, 2023)

Ha tardado en llegar, pero ahí está. Después de varias idas y venidas, el repartidor dio al fin con la calle, con el número, con el piso y con la puerta, pulsó el timbre, requirió desganadamente una firma, hizo la entrega y se fue por donde vino. Al sacarlo de su envoltorio y rozarlo con mis dedos por vez primera me ganó una sensación extraña, paradójica, a medio camino entre el orgullo y la renuncia y la indiferencia, como si se hubieran roto los lazos que tanto nos unían hasta ayer mismo, como si los cincuenta y un poemas que lo sustentan ya hubieran dejado de pertenecerme. Lo puse con delicadeza junto a sus hermanos, en el hueco previsto de la estantería, y me esforcé en encontrarles algún parecido, alguna señal de estirpe que fuese más allá del nombre y los apellidos del padre, porque es claro que cada uno de los cinco se gestó y nació de una madre bien distinta. Hace un rato, al bajarlos de su altar y ponerlos ahí para la foto, los he notado más unidos que nunca, y, pese a mis recelos iniciales, he observado que toleraban y aplaudían el protagonismo circunstancial del recién llegado.

viernes, 13 de enero de 2023

NADA DE LAFORET

Transcurrieron treinta y nueve años entre el primer impulso de leer Nada, de Carmen Laforet, y la determinación de hacerlo. En el instituto y después en la universidad, como alumno, y más tarde en los sucesivos trienios como docente, me rondó varias veces una voluntad que poco a poco se difuminaba mientras deslizaba sobre mi conciencia cualquier excusa. Satisfice esa deuda de lectura, al fin, entre el 22 y el 25 de agosto de 2022, y fue verosímilmente porque manoseé al azar una edición barata cuya nota introductoria de diez páginas venía firmada por un tal Eduardo Theirs. ¿Theirs, Theirs Whitton, Eduardo Theirs Whitton? Indagué unos minutos en Internet y... sí, se trataba, en efecto, de aquel profesor argentino que me regaló verdaderas clases de literatura en el lejano Curso de Orientación Universitaria (COU), un maestro al que le había perdido la pista en algún recodo de la vida. Así que aquella complicidad ahora renovada se me impuso como una obligación que disfruté intensamente: nada descubro si añado que Nada, la novela de 1944, sorprende por la madurez de su entonces joven autora, y que aquella obra se instaló ya para siempre como documento imprescindible en el itinerario de la narrativa española de posguerra. Transcribo algunos fragmentos:

"¡Cuántos días sin importancia! Los días sin importancia que habían transcurrido desde mi llegada me pesaban encima, cuando arrastraba los pies al volver de la Universidad. Me pesaban como una cuadrada piedra gris en el cerebro".

"Aquel iba a ser un día de esos que en apariencia son iguales a los otros, inofensivos como todos, pero en los que, de pronto, una ligerísima raya hace torcerse el curso de nuestra vida en una época nueva".

"La vida volvía a ser solitaria para mí. Como era algo que parecía no tener remedio, lo tomé con resignación. Entonces fue cuando empecé a darme cuenta de que se aguantan mucho mejor las contrariedades grandes que las pequeñas nimiedades de cada día".

"Tal vez el sentido de la vida para una mujer consiste únicamente en ser descubierta así, mirada de manera que ella misma se sienta irradiante de luz. No en mirar, no en escuchar venenos y torpezas de los otros, sino en vivir plenamente el propio goce de los sentimientos y las sensaciones, la propia desesperación y alegría. La propia maldad o bondad..."

"Me parecía que de nada vale correr si siempre ha de irse por el mismo camino, cerrado, de nuestra personalidad. Unos seres nacen para vivir, otros para trabajar, otros para mirar la vida".

"Si aquella noche -pensaba yo- se hubiera acabado el mundo o se hubiera muerto uno de ellos, su historia hubiera quedado completamente cerrada y bella como un círculo. Así suele suceder en las novelas, en las películas, pero no en la vida... Me estaba dando cuenta yo, por primera vez, de que todo sigue, se hace gris, se arruina viviendo. De que no hay final en nuestra historia hasta que llega la muerte y el cuerpo se deshace..."

"Bajé las escaleras, despacio. Sentía una viva emoción. Recordaba la terrible esperanza, el anhelo de vida con que las había subido la primera vez. Me marchaba ahora sin haber conocido nada de lo que confusamente esperaba: la vida en su plenitud, la alegría, el interés profundo, el amor. De la casa de la calle de Aribau no me llevaba nada. Al menos, así creía yo entonces".


martes, 10 de enero de 2023

DEFENSA DE SÓCRATES

Leí la Defensa de Sócrates, de Platón, en traducción de Francisco García Yagüe, entre los días 7 y 8 de marzo de 2021. Subrayé fragmentos con azul y otros con rojo, según mi costumbre y criterio; he aquí un manojo de ellos:

"En efecto, temer la muerte no es otra cosa que creer ser sabio sin serlo, pues es lo mismo que creer saber lo que no se sabe: nadie sabe ni siquiera si la muerte es para el hombre el mayor de todos los bienes, y, no obstante, la temen como si tuvieran la certeza de que sea el mayor de todos los males. Y en verdad, ¿cómo no va a ser una especie censurable de ignorancia la que consiste en creer saber lo que no se sabe?"

"Hombre de Atenas, la ciudad de más importancia y renombre en lo que atañe a sabiduría y poder, ¿no te avergüenzas de afanarte por aumentar tus riquezas todo lo posible, así como tu fama y honores, y, en cambio, no cuidarte ni inquietarte por la sabiduría y la verdad, y por que tu alma sea lo mejor posible?"

"[...] que no nace la virtud de la fortuna, y, en cambio, la fortuna y todo lo demás, tanto en el orden privado como en el público, llegan a ser bienes para los hombres por la virtud".

"Ni Meleto ni Anito pueden ocasionarme perjuicio alguno; ni siquiera sería posible, pues no creo que la justicia divina permita que un hombre de superior condición sea dañado por otro de inferior".

"[...] necesario será que el que quiera verdaderamente luchar en defensa de lo justo, si pretende sobrevivir algún tiempo, por poco que sea, actúe en privado y no en público".

"¿Creéis, pues, que yo habría vivido tantos años si me hubiese dedicado a la política; si, atendiendo a ella como corresponde a un hombre bueno, hubiese acudido en ayuda de lo justo, y hubiese tenido esto, como es debido, en mi mayor estima? Ni mucho menos, atenienses. Ni ningún otro hombre".

"[...] que el mayor bien para el hombre consiste en hablar día tras día acerca de la virtud y acerca de las restantes cuestiones con relación a las cuales me oís discurrir y examinarme a mí mismo y a los demás, y que, en cambio, la vida sin tal género de examen no merece ser vivida".

"Y mucho me temo que no sea esto lo difícil, atenienses, rehuir la muerte, sino que resulte mucho más difícil escapar de la maldad, que es cosa que corre más ligera que la muerte. Y ahora yo, por ser lento y anciano, he sido alcanzado por la más lenta, mientras que mis acusadores, fuertes y rápidos, han sido atrapados por la más ligera, la maldad".

"es posible que lo que me ha ocurrido sea un bien, y en modo alguno discurrimos rectamente cuantos consideramos que el morir es un mal".

"La muerte es una de estas dos cosas: o es como no ser nada y no tener ninguna sensación de cosa alguna, o, de acuerdo con lo que se dice, es un cambio y una migración del alma de este lugar a otro. Si no existe sensación alguna, sino que es como el sueño del hombre que, dormido, no sueña en absoluto nada, admirable ganancia sería la muerte".

"[...] hay una cosa cierta, y es que al hombre bueno no alcanza ningún daño, ni en la vida ni en la muerte, y que sus asuntos no son descuidados por los dioses. Tampoco este desenlace mío de ahora ha sobrevenido de manera casual; lejos de eso, yo veo claro que el morir ya y quedar libre de trabajos era mejor para mí".

"Y no digo más, porque es hora de partir; yo he de marchar a morir, y vosotros a vivir. ¿Sois vosotros, o soy yo quien va a una situación mejor? Eso es oscuro para cualquiera, salvo para la divinidad".