domingo, 8 de enero de 2017

Cuando todo parece más perdido que nunca -me refiero a los ámbitos educativos-, hasta a los menos proclives nos consuelan por momentos estas palabras -en verdad justas y necesarias- que no he sabido contrastar y verificar, pero que mis malas fuentes adjudican a Francisco, el actual Papa de Roma. Y resultan verosímiles:
"El Sol no se apaga durante la noche, se nos oculta por un tiempo por encontrarnos al otro lado, pero no deja de dar su luz y su calor. El docente es como el Sol. Muchos no ven su trabajo constante, porque sus miras están en otras cosas, pero no deja de irradiar luz y calor a los educandos, aunque únicamente sabrán apreciarlo aquellos que se dignen girarse hacia su influjo.
Yo les invito a ustedes, profesores, a no perder los ánimos ante las dificultades y contrariedades, ante la incomprensión, la oposición, la desconsideración, la indiferencia o el rechazo de sus educandos, de sus familias y hasta de las mismas autoridades encargadas de la administración educativa. La educación es el mejor servicio que se puede prestar a la sociedad, pues es la base de toda transformación de progreso humano, tanto personal como comunitario. Este sacrificado servicio pasa desapercibido para muchos. Probablemente, ustedes no podrán ver el fruto de su labor cuando este aparezca, pero estoy convencido de que gran parte de sus alumnos valorará y agradecerá algún día lo sembrado ahora. No confundan nunca el éxito con la eficacia. En la vida no siempre lo eficaz es exitoso, y viceversa. Tengan paciencia; mejor, esperanza. No olviden que la clave de toda obra buena está en la perseverancia y en ser conscientes del valor del trabajo bien hecho, independientemente de sus resultados inmediatos. Sean fuertes y valientes, tengan fe en ustedes y en lo que hacen".

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