miércoles, 4 de enero de 2017

Ahora, a mi izquierda, sobre la superficie minimalista de mi mesilla de noche, al lado de una foto de mis hijos mayores con Toby, el perro, y de la jarra con la regla de subrayar y los bolígrafos de colores, dos libros, uno encima del otro: Historia del tiempo, de Stephen W. Hawking, y El olvido de sí, de Pablo d'Ors. Presiento en ellos, apenas iniciados, una antagonía de signo complementario, si se puede decir así: si el uno otea en el infinito circundante, el otro escarba en las profundidades del propio ser. Todavía no sé qué especie de azar o de confabulación me habrá sugerido que alterne su lectura en estos primeros días de enero.

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