lunes, 23 de abril de 2018

La paradoja del artista no es que concurra a premios, ni que pelee un lugar de privilegio, ni que acepte esos premios y ese lugar de privilegio. La paradoja del artista es también su mentira más piadosa: creerse que esos premios y ese lugar de privilegio lo convierten en algo más de lo que ya es, o que, en definitiva, sabrán salvarlo de sus soledades y de su íntima y perpetua incertidumbre.

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