domingo, 8 de abril de 2018

A esta altura de la vida -es media tarde, truena el Requiem, he cambiado a mi querido Marco Aurelio por un whisky solo, sin hielo- me recuerdo a mí mismo como si hubiera muerto ayer, cuando lo único que sé ciertamente es que todavía me puedo morir mañana, o dentro de un rato, mientras cae el telón sobre este día domingo de un mes llamado Abril. ¿Cómo, ante tal evidencia, se puede aún ser tan engreído?

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