jueves, 12 de octubre de 2017

La repentina conjura de las obviedades, la multiplicación de los presagios antiguos, el peso del desengaño. Los días amanecen desnortados, las causas fluyen sin fe, la voluntad reniega de sí. Aquellas ensoñaciones se transformaron en quimeras; poco a poco asumen su papel subsidiario, su insignificancia y su nada. Todo esfuerzo se antoja inútil, todo objetivo se revela efímero.
Insomnio de un escritor que no escribe, de un lector que no lee.

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