miércoles, 22 de noviembre de 2017

Mientras la tarde languidece, yo cotejo los diarios de Kafka y de Pessoa, los de Pavese y de Camus. Busco algún engarce, alguna conexión casual, algún azar del calendario que justifique mi inquietud impremeditada a esta hora fronteriza, a esta hora prestada, a esta hora de nadie.
El 19 de noviembre de 1915, mientras Franz (32 años) se queja en Praga de "días inútiles, fuerzas que se consumen en la espera y, a pesar de tanta inactividad, los persistentes dolores de cabeza" y responde a una carta de Werfel y se siente "indefenso ante todo el mundo" tras una visita a la casa de la señora M. T., Fernando (27 años) hace lo propio en Lisboa: "He perdido el día: una cadena de pequeñas contrariedades se han acumulado, tengo la sensación de haber recuperado mi vieja sensibilidad. Acudí al despacho de Franco, pero no copié ninguna carta. Me pasé el día entero, por lo menos hasta las nueve, con ansiedad. Sin querer escuché una conversación trivial donde un amigo decía cosas desagradables sobre mí, cosas que nunca me ha dicho a la cara. Mi idea era pasar la noche con la tía Lisbela, pero terminé con Ramos, Vilhena y Santa Rita. No fue un éxito, pero tampoco fue desagradable. He recibido el dinero para la tía Rita; no se lo he entregado todo, y parece que no se ha dado cuenta de lo que faltaba".
Por su parte, el 27 de mayo de 1950 Cesare (42 años) escribe en Turín: "La beatitud del 48-49 está enteramente expiada. Detrás de aquella satisfacción olímpica estaba esto -la impotencia y el rechazo a comprometerme. Ahora, a mi modo, he entrado en el remolino: contemplo mi impotencia, me la siento en los huesos, y me he comprometido en la responsabilidad política, que me aplasta. La respuesta es una sola -suicidio". En la misma fecha, Albert (36 años), desde algún lugar de Francia: "Solitario. Y los fuegos del amor abrasan al mundo. Esto bien vale el dolor de nacer y de crecer. ¿Pero hay que vivir después? Toda vida resulta, por ende, justificada. ¿Pero también una supervivencia?"; y debajo: "¡Cuántas noches en una vida donde uno ya no está!"
Los cuatro (cada cual a su manera, o a la manera que les dictó el destino) se fueron de este mundo antes de cumplir cincuenta.

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