martes, 20 de noviembre de 2018

Aunque solo me faltaban dos meses para cumplir nueve años, admito que de aquel 20 de noviembre de 1975 no recuerdo nada que me haga sentir partícipe de la Historia con mayúscula. Sí me rememoro vagamente subiendo la cuesta del colegio y cantando a coro, con mis compañeros, cualquier rima agradecida por la semana de vacaciones que el destino, tan caprichoso, nos regalaba. Hoy sé y sabemos que la sombra del Dictador es el lastre más enconado y perdurable, no ya para el futuro, sino para el presente de esta España que siempre será dos.

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