viernes, 19 de junio de 2015

El alivio de acabar, de cerrar de un portazo definitivo los hábitos adquiridos. La vigorosa sensación de sobrevivir a un nuevo curso que ya agoniza a nuestra espalda, emparedado entre dos fechas que sabemos irrepetibles. El placer epilogal de rubricar informes y entregarlos en mano y destruir carpetas enteras de papeles vencidos. Todavía sin ánimo de transición, sin la esperanza de un después, sin nada que se inmiscuya en el simple gusto de terminar.
¿Cuántos finales tendrán que anudarse aún, antes de alcanzar al último?

1 comentario:

Juan Ballester dijo...

qué manera más bonita de decir que estás hasta los ...