martes, 9 de junio de 2015

Llevo algún tiempo mareando la idea de abandonar a su suerte los escritos póstumos de Martínez de Paco. Si no soy capaz de avanzar en los propios y asumirlos con dignidad, si no conozco los resortes necesarios para procurarme a mí mismo una salida ulterior, la que sea, en el mero plano editorial, cómo hacer para organizar los trabajos ajenos y ofrecerlos después a la arbitrariedad de un mercado cada día más esquivo y más injusto con el espíritu de la creación. Supongo que al fin, por el bien de Jorge y de sus lectores potenciales, vencerá su palabra tenaz y mi dudosa perseverancia. La de albacea, sobre todo cuando media la amistad, es una labor eternamente hipotecada.

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