sábado, 13 de junio de 2015

El presidente del Real Madrid Club de Fútbol sabe de buena fuente que el que preside es el más adinerado de los clubes de fútbol y el que acumula en sus vitrinas los trofeos más valiosos, datos objetivos que nadie rebate pero que él se empeña en recordar y se regocija en repetir, tanto en las duras como en las maduras. Sus arengas ante la masa de socios asamblearios suelen adoptar un marcado tono confesional, ecuménico, evangelizador, como una especie de arzobispo que entornara sus ojos beatíficos en un sereno alarde de bendición o de perdón, mas siempre conciliatorio. Hace poco, al consabido título de mejor club del mundo y acaso del universo, el siniestro Florentino Pérez añadió un destino que me dejó pensativo y con un resto de melancolía: dijo que el Real Madrid y sus millones de seguidores son, por naturaleza, insaciables. Insaciables... Qué pena, ¿no?

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