miércoles, 28 de enero de 2015

PEQUEÑA EDITORIAL RUINOSA

Si me sobrara el dinero, fundaría una pequeña editorial ruinosa.
Es la idea que se me pasó por la cabeza esta mañana, mientras progresaba con paso rápido hacia la oficina de Correos del barrio, primero, y luego cruzaba a la administración de loterías que queda justo enfrente. Si en aquella dejé un relato bajo seudónimo, siete páginas multiplicadas por cinco para concurrir a un certamen literario cuyo premio promete 3000 € (de los que también promete que se hará la retención fiscal que lo reduzca a 2370 €), en la otra puse los seis números de mi suerte, una combinación que incluye fechas familiares y en la que, por eso mismo y porque la esperanza es lo último que se pierde, he reunido un buen pellizco de mi fe.
La pequeña editorial ruinosa alumbraría cinco libros anuales, uno por género. Solo yo decidiría lo que finalmente se publicara, caprichoso y exigente a partes iguales. Reuniría inéditos raros, inencontrables o inencontrados, mecanuscritos despreciados por los grandes sellos, heterodoxos, sin vocación de best-seller, póstumos y apócrifos inventados por mí mismo. Daría prioridad a autores sin ningún tirón ni nombre ni padrino, a los que se sepan fracasados, a los que se extraviaron en sus sueños, a los suicidas. Cada título limitaría su tirada a cien ejemplares: los sesenta primeros los distribuiría de forma personal y gratuita, a cambio de un café y una charla en cualquier terraza del centro; los treinta siguientes los sortearía a beneficio de causas perdidas; los últimos diez los ofertaría a precios desorbitados.
Sí, fundaría una pequeña editorial ruinosa que se llamara así.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Te enviaré mis manuscritos! Creo que es la editorial que mejor se adapta a mi personalidad.

Pedro López Martínez dijo...

Versolibrista amigo; puedes creer que cada vez que me permito soñar que soy rico y monto una pequeña editorial ruinosa, tú ocupas una parte de mi pensamiento.

Salud!