lunes, 24 de noviembre de 2014

RÁFAGA DE LUCIDEZ

Sé de cierto paréntesis, de determinada secuencia aislada de cualquier progresión en el tiempo, en que todo encaja sin que me pregunte cómo, en que a uno le parece que las galaxias y los universos y sus sistemas planetarios se sacian de una armonía primigenia, plena, definitiva. Quienes atisbamos el milagro nos sentimos partícipes de esa comunión, inmediatos e insustituibles, misteriosamente necesarios para que nuestra esencia fugaz avive sin descanso el fuego de la eternidad. Dura poco, no más de una fracción de minuto, como una especie de déjà vu en que la presencia absoluta no se anticipa a ningún después, ni se justifica en ningún deseo ni porvenir: simplemente es, y así se basta. Algunos lo identifican con la palabra Dios o recurren a soluciones fáciles, como la idea de felicidad, de gozo extremo, de inteligencia emocional. Para mí no es más ni será menos que la nostalgia de una conciliación imposible, un destello antiguo que huye de nosotros los humanos, una extraordinaria ráfaga -todavía- de lucidez. 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Cada dia escribes mejor cabrón..

T

Anónimo dijo...

Quizá ese instante, tan fugaz como imprevisto, no sea más que una conciencia límite del propio sentimiento vital, una especie de percepción tangible sobre la sincronía entre lo de dentro y lo de fuera, entre lo que eres y lo que no eres, quizá...

Juan Ballester