martes, 13 de septiembre de 2011

ROMERÍA

Hoy han sacado de su residencia catedralicia la forma escultórica de la patrona del lugar y se la han llevado entre vítores, en procesión, al santuario erigido unos kilómetros arriba, en la montaña, de donde la volverán a bajar hacia la primavera del año que viene. Por eso me he aferrando a las sábanas y me he levantado tarde, con esta rara sensación de día de asueto local, exclusivo, a sabiendas de que el resto de la región y del país funciona con la normalidad de un martes de septiembre que desde las primeras horas se consagra a sus afanes cotidianos. Entre el desayuno tardío y la comida temprana he tenido tiempo de leer unas cuantas páginas, de amodorrarme de nuevo, de mirar al techo, de intuir dudosos objetivos para mis ya inminentes clases de literatura, de acordarme de Los pájaros de Hitchcock que volví a ver ayer y de enmarañarme en los ramales de poder de una iglesia que de tal manera condiciona el calendario de los ciudadanos, todavía. Ahora me voy a sacarle los colores a una acuarela que tengo empezada.

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