sábado, 4 de agosto de 2018

Es un texto que, intuitivamente, con muchas dudas, a modo de apostilla tal vez inoportuna, adherí al relato "Historia de mis vecinos" (La sonrisa del ahorcado, 2013), aquel en que trataba la soledad y el olvido -tal es la deriva del Alzheimer- desde un ángulo trágico. Ahora lo releo con otros ojos, con una mirada que se solapa a la verdad irremediable y hunde sus tentáculos en el imperioso pronóstico de la ficción:
"Por suerte, hay un tenue resplandor benéfico, una sigilosa forma de dignidad postrera, una especie de tabla de salvación que acecha y que se yergue tras el cristal borroso de una pesadilla, de cualquier pesadilla. No sabemos qué nombre darle exactamente, pero eso mismo es lo que al despertar de un mal sueño nos reconcilia con nosotros y con esas verdades nuestras que llamamos cotidianas y que tan insoportables nos parecen".
Qué no daríamos por despertar ahora, justo en este punto.

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