lunes, 6 de agosto de 2018

Los periódicos de papel son para el domingo, diseccionados a ser posible en el dominio doméstico, cómplices de toda la mañana e incluso de parte de la tarde. A nosotros, por afinidad o tradición, el que más nos gusta es El País, que ayer precisamente cumplió la bonita cifra de quince mil números.
Leí un montón de entradas y artículos de actualidad, o eso que el fluir de los tiempos llama actualidad: los ataques de Trump a la prensa, la permanencia del programa nuclear en Corea del Norte según denuncia Naciones Unidas, el incremento de las agresiones xenófobas en Italia, la ola de violencia y homicidios (unos 85 cada día) que no cesa en un país tan civilizado como México, la multiplicada vergüenza de los asaltos por aporofobia u odio a los pobres, el desigual reparto de menores tutelados que arriban a la Península Ibérica en pateras o entre las ruedas de un camión o en el maletero de un coche...
Llama mi atención la historia del preso, violador y asesino, huido y hallado entre Senegal y Gambia junto a la novia que conoció en la cárcel hace una década. Me detengo en una entrevista al físico y premio Nobel en 2004, un tal Frank Wilczek, preocupado por la deriva de los avances en inteligencia artificial. Leo un artículo de Manuel Cruz sobre los impostores de la filosofía y otro, al lado, de una agente literaria que alecciona sobre el libro que no todos llevamos dentro porque no todos somos escritores. Luego el estreno de un documental sobre Chavela Vargas, el enésimo suicidio de un exciclista profesional, el obituario del disidente del régimen soviético que fuera el escritor Vladímir Voinóvich, la siempre golosa pluma de Manuel Vicent en la contraportada.
Vuelvo muchas páginas atrás para reencontrarme con la crónica luctuosa de Vargas Llosa sobre un amigo suyo de juventud y me sorprende aún la clarividencia ocasional de ciertos fragmentos extrapolables, como cuando se pregunta "cuántas promesas se quedaron en embrión (...) por ese derrotismo psicológico que la pobreza intelectual y literaria del medio expande en torno, paralizando a los mejores".
Me chapuzo de nuevo en la piscina y siento que ha sido un domingo más o menos dichoso.

1 comentario:

Isabel Martínez Llorente dijo...

Lo mejor del periódico del domingo es leerlo a dos voces: ahí alcanza la plenitud de matices.
O escuchar el artículo de tu voz, un privilegio que aún sé tasar en su justa medida. Gracias.