martes, 6 de febrero de 2018

Con escepticismo me preguntas si me llevo bien con las máquinas. Entiendo que cuando me hablas de máquinas te refieres a los ordenadores y a sus mil aplicaciones, a la atracción de las pantallas, a los proyectores de imágenes, a los sistemas de digitalización, a los teléfonos móviles y, en fin, a esos amables artilugios que oficializan el progreso constituyendo las modernas tecnologías. Yo me quedo mirándote en silencio, conciliando mi cinismo a tu compasión, mascullando que acaso son ellas, las máquinas, las que no se llevan bien conmigo. Pero no lo verbalizo.
Sin duda, llega una edad a la que le interesa escudarse en los matices.

No hay comentarios: