jueves, 10 de octubre de 2019

26VIII2019
Imagen: Diarios de Cesare Pavese y análisis de sus cartas, ambos en italiano.
Texto: El 17 sale de la casa a la que ya no volverá. En la estación Porta Nuova duda entre subir a un tren u hospedarse en el céntrico Albergo Roma. El 18 escribe en su diario: "Todo esto da asco. Una palabra. Un gesto. No escribiré más". Todavía saca fuerzas para hilvanar a la desesperada unas cuantas cartas: a su hermana, a una muchacha, a varios amigos... La noche del 26, en la cima del éxito literario pero en el infierno íntimo de la soledad y el desamor, en su cuarto de hotel, Pavese se atiborra de somníferos e invoca los ojos de la muerte. Fue en Turín, agosto del 50.

27VIII2019
Imagen: Señales de tráfico flanqueadas por palmeras.
Texto: Algunos días veo señales en todo lo que miro, mientras que otros me ensimismo y me invade un profundo desinterés, una apatía cegadora. Pero las señales siguen ahí, más o menos obvias, más o menos crípticas, esperando que alguien las identifique y las descifre. Ellas se insinúan y se yerguen con su vasta carga de significados: imperativas a veces, otras flexibles, a menudo confusas y contradictorias. Solo la interpretación crítica nos redime de su asedio.

28VIII2019
Imagen: Ruinas de un cortijo en la sierra de Moratalla.
Texto: Fotografía del viernes pasado realizada sobre otra fotografía que revelé en papel hace nueve años.
La frondosidad del árbol, la evocación romántica de las derruidas paredes de piedra y hasta el azul del cielo me trasladan, sí, nueve veranos atrás; pero también a los domingos innumerables de la niñez y la adolescencia en que mis padres preparaban lo necesario para disfrutar del día en ese paraje de monte donde no faltaba el manantial de agua fresca. Y siempre, elevada en la distancia, cerca del camino, la imagen perenne de la "casa de la muerte". Qué tiempos...

29VIII2019
Imagen: Mi larga sombra matutina entre las vías del ferrocarril.
Texto: Ya propicien la nostalgia o el ansia de aventura, ya remitan a las incertidumbres que jalonan el destino o a las fantasías con que se entretiene la memoria, es indudable el prestigio de los raíles ferroviarios y su imperio en la órbita de las evocaciones poéticas. Difícil no mirarlos, al cruzar, con una sensación de fragilidad y gratitud, como si en ellos pudiera leerse un fragmento de nuestro albedrío, unas líneas que no sabremos descifrar pero que de algún modo nos incumben.

30VIII2019
Imagen: Pose de mi padre en mitad en su huerto.
Texto: A mediados de agosto me mostraba con orgullo los dos primeros tomates. Desde hace lustros se reserva la mejor simiente, la pone a secar sobre papel de periódico, la planta en minúsculos cubículos que humedece a diario con un spray, luego lo traslada todo al espacio en el huerto que rota de año en año, abona con estiércol que le procura algún vecino, pone cañas cruzadas para elevar barracas donde se apoyen los tallos, riega cuando lo cree necesario... Los tomates maduran -dice- en las noches de luna; le salen grandes y algo deformes, pero su sabor no se parece en nada a los del mercado. Con suerte, el milagro se prolongará hasta noviembre. Es mi padre.

31VIII2019
Imagen: Mano de mi hijo sosteniendo un dinosaurio, su esqueleto de juguete.
Texto: Me pregunto qué será de este mundo cuando la coherencia práctica y las bendecidas leyes de las ideologías de derecha triunfen definitivamente sobre las consabidas utopías y las elementales contradicciones inherentes a la izquierda.

01IX2019
Imagen: Tarde luminosa de lluvia y sol.
Texto: Con frecuencia, en un solo día e incluso en una sola hora (y a veces en fracciones más cortas, como un abrir y cerrar de ojos) algo nos desliza de la luz a la oscuridad o de la alegría a la tristeza, y viceversa, sin que ninguna señal externa ni interna, nada perceptible ni imperceptible a través de los sentidos, nos insinúe siquiera el atisbo de una causa razonable, de un desencadenante sensato, de un porqué.
¿Habría arcoíris cuando no existían aún hombres u otros seres para mirarlos?

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