viernes, 7 de febrero de 2014

¡PERFECTO!

Hay fechas que se quedan grabadas en la retina simbólica de la memoria y que siempre nos remiten al mismo hecho privado, a la misma anécdota personal, aunque el tal hecho o la tal anécdota careciesen en su origen de la solidez que se presupone a los recuerdos persistentes. Así me sucede con el 7 de febrero de 1980. Pocos días antes había caído una nevada épica sobre mi pueblo, lo que le otorgó notoriedad transitoria en los medios nacionales de prensa y televisión, y los niños de entonces disfrutamos de una completa semana en blanco, sin colegio. (Admitamos que mi generación fue privilegiada en este aspecto: también a la muerte del dictador se nos había indemnizado con otra semana de vacaciones excepcionales en noviembre). El caso es que la nieve tornó intransitables las calles y cambió el paisaje de los cerros, y nosotros no hacíamos otra cosa que revolcarnos en ella de la mañana a la noche y andar de manitas con las muchachas (hase de saber que, en aquel tiempo, uno vivía entregado a los misterios de Onán). Pero ese 7 de febrero, siendo ya noche cerrada, jugando al pañuelo bajo una farola, alguien pronunció mi número y corrí a por él, unos diez metros, y en el instante de agarrarlo para regresar a mi línea se me fueron los pies y caí de espaldas. Me partí el hueso por la muñeca, el cúbito o el radio, no sé cuál; el médico de atención primaria improvisó un vendaje de urgencia que aguantó hasta que un par de días después me puso la escayola el especialista, en Murcia. La radiografía de la semana siguiente mostró que no había quedado bien, así que me lo enderezó de nuevo y... ¡tampoco!, se había movido incomprensiblemente. Al fin hubo que operar: una lombriz con catorce patas me dibuja la piel. Cuando el traumatólogo vio la radiografía definitiva no pudo reprimir, delante de mí y de mis padres, un arranque soberano y satisfecho que se eternizaba en la f arrastrada y casi chuleaba la t: "¡Perfecto!", dijo. Su nombre viene a sorprenderme con el don al cabo de treinta y cuatro años: don Francisco Cuenca Bosque.

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