miércoles, 12 de febrero de 2014

ESCRITO A LOS TREINTA

Ya no es necesario, con el tiempo, moverse en el mundo exterior viviendo su ansia: basta con su rápida alusión, con saber que existe y existe en nosotros, y con esperar un mundo enteramente hecho de vida interior que se ha apropiado ya la novedad y la fecundidad de la naturaleza. La madurez es también esto: no seguir buscando fuera sino dejar que hable, con su ritmo que únicamente cuenta, la vida íntima. Es ya pobre y material el mundo exterior ante la inesperada y profunda madurez de los recuerdos. Hasta nuestra sangre y nuestro cuerpo han madurado y se han empapado de espiritualidad de amplio ritmo.
La juventud es no poseer el propio cuerpo ni el mundo.
Cesare Pavese

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