sábado, 15 de febrero de 2014

DISPAROS AL MAR

Mientras la soberanía del pueblo helvético decide democráticamente, en ajustada mayoría electoral, limitar por ley el acceso y la libre circulación de ciudadanos extranjeros en su territorio, el gobierno absoluto de mi querida España -esta España mía, esta España nuestra- de repente se saca de la manga otra disposición legal que impide a nuestros jueces más osados investigar y proceder en flagrantes casos de injusticia universal, como el terrorismo o el genocidio. Son dos noticias de la última semana, dos más, tristes ejemplos de una actualidad próxima y peligrosa que percibimos y asimilamos casi sin tiempo de reacción, anestesiados por el cúmulo de insensateces y por el vértigo de los acontecimientos. No hará falta recordar que también Adolfo Hitler, en su etapa embrionaria, pudo promover y recaudar democráticamente en su país decisiones de similar alcance que la aprobada el otro día en Suiza; no hará falta observar que, tras la ocurrencia del gobierno de España, ningún Adolfo Hitler del pasado ni del presente ni del futuro podrá ser investigado y juzgado en esta tierra por sus fechorías. Como si no le bastase a mi asombro provinciano, cualquier mañana emerge en las pantallas un ministro en pose de ministro que -impelido por el suceso lamentable de los trece o los catorce o los quince africanos muertos en aguas próximas a Ceuta- trata de desacreditar las evidencias justificando sin empacho los disparos al mar de la guardia civil. Este es el mundo al que nacen nuestros hijos.

No hay comentarios: