lunes, 30 de diciembre de 2013

LA HORA DE LOS BALANCES

Acaba un año y comienza otro. Así ha sido desde que el hombre y la mujer se someten al imperio del tiempo, y así será hasta que deje de serlo.
Ningún balance sensato podría obviar que sigo vivo, que mantengo más o menos las formas (la física y las otras) y que en general gozo de buena salud, o que me siento afortunado porque los últimos doce meses no me arrebataron a ninguna de las personas que quiero y necesito para continuar el viaje.
Por lo demás, y pensando en el futuro inmediato, suscribo el vago propósito de leer dos o tres clásicos pendientes, de escribir algún poema que valga la pena (aunque sé que el poema que vale la pena no lo escribimos: él nos escribe), de disciplinar los impulsos y doblegar a la pereza y centrar las energías para que la fábula soñada halle al fin su destino de palabras en su tinta.
Confío en que no me abandone el espíritu de la letra. Hay más, mucho más, pero este es un blog público y no sería prudente... aquí... ahora...

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