jueves, 3 de agosto de 2017

Mientras me preparo para el viaje, me entero de la muerte de Sam Shepard, de quien nada sabía salvo la familiaridad de su nombre en un recodo de la memoria. Luego caigo en la cuenta de que, en mi adolescencia, me llamó la atención y leí una obra de teatro cuyo ejemplar había llegado a la biblioteca del pueblo: Locos de amor.
Títulos y nombres, palabras con su huella imperdible, caligrafías del olvido.

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