viernes, 3 de julio de 2015

Maldito día irrepetible. El Megane de 1999 ha emitido el que probablemente sea su último estertor, y se le ha ocurrido escenificarlo justo en el recinto adonde lo había trasladado a media mañana para someterlo a su chequeo anual obligatorio; los técnicos no han llegado a tiempo y se me ha devuelto el importe exacto de la inspección frustrada del vehículo. Luego, la espera bajo el sol, la sordidez de los trámites, mi absoluta indiferencia ante esa película mugrienta y aceitosa que se adhiere a cada conducto y a cada pieza de un motor que no desea renacer. Todo eso sin contar la llamada intempestiva, la que por teléfono rescata viejos rencores para sumarse a los reproches nuevos. Maldito.

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