viernes, 29 de agosto de 2014

EL TIEMPO ES EL AMO

De aquel hombre apenas conservo imagen física, pero aún lo siento deslizarse como una sombra por los cautelosos escenarios de mi infancia. El mote por el que lo llamaban y mentaban en el pueblo, intraducible al castellano, adquiere hoy resonancias mezquinas, como si se cebara en ese desaliño campesino que ya entonces nos resultaba anacrónico a los jóvenes de mi generación, impropio de los nuevos tiempos. Testigo de la guerra y sus miserias, desde mozo había trabajado duro para los señores de una hacienda en la que solo presumía de comer bien, como un Sancho satisfecho de su suerte. Su decir era el de un iletrado con coeficiente intelectual límite; gastaba un habla de chascarrillo, veteada de frases previsibles que lo convertían en pequeño bufón de la calle por la que pasaba. Siempre que se le preguntaba por cualquier evento o circunstancia, fuere más o menos cotidiano o trascendente, su respuesta invariable parecía robada a la clarividencia sentenciosa de un filósofo. Hace pocos días, en el pueblo, después de algunas décadas, volví a escuchar esas palabras que inevitablemente van ligadas a aquel hombre que cruzó por la vida sin otra pena ni otra gloria, o eso creemos quienes ahora lo citamos: "El tiempo es el amo", como solía decir El C...

No hay comentarios: