miércoles, 4 de abril de 2012

PASO LAS HORAS

Paso las horas rodeado de libros ajenos, acechando las pistas de una vocación que alguna vez quise conciliar con un talento, persiguiendo la cola de intuiciones fugaces que, con suerte, se agotan en una sola línea o en un párrafo inconcluso, pues enseguida me abandono a la contemplación pasiva o me sumerjo en un sopor indominable, aliado de la pereza, cómplice del sueño.
Nada abruma tanto como recobrar la certidumbre de la propia limitación intelectual: este continuo deambular abotargado y estéril, esta creciente desconfianza en la viabilidad de los proyectos tanto tiempo alimentados en secreto, esta espesura de ideas que llegan torpes y que van languideciendo en su misma nadería, sedimentos fatuos que se pierden sin el pretendido molde de un discurso, de una nota, de un signo. Nada es tan hostil a la conciencia creativa como la sospecha de que nunca será digna de alumbrar una gran obra.
Y entonces abro la primera página y, como una sentencia ya ineludible, leo que sobre nosotros ha caído "la más profunda y mortal de las sequías de los siglos: la del conocimiento íntimo de la vacuidad de todos los esfuerzos y de la vanidad de todos los propósitos". Pertenece a La educación del estoico, uno de los escritos póstumos de Fernando Pessoa, atribuido en este caso al Barón de Teive, un heterónimo que le nació suicida.
Seis paginas después: "Aún me atormenta perder una idea, que se me escape de la memoria una frase pendiente de escribir, no retener un punto de vista. Sé muy bien que muchas veces no conseguiría dar un cuerpo real a esos esbozos. Pero existen unos celos de mí mismo, una avaricia de lo abstracto, y he notado que la avaricia y el espíritu de venganza, tal vez por ser dos formas de mezquindad, tienen parentesco y sangre comunes".
Y el colofón a mis tormentos: "El escrúpulo de la precisión, la intensidad del esfuerzo para ser perfecto, lejos de ser estímulos para actuar, son facultades íntimas para el abandono. Más vale soñar que ser. ¡Es tan fácil verlo todo conseguido en el sueño!"
Luego he sesteado cerca de una hora en el sofá.

2 comentarios:

Sebastián Mondéjar dijo...

Nuestro intelecto necesita a veces descansar de nuestros temores y nuestras desconfiazas, de todo aquello que muchas veces le imponemos.

Os comprendo a Pessoa y a ti. Un día escribí: "He sido lo que quise: lo he soñado". Pero en lo que a mí respecta, nada de tormentos. Yo entiendo la literatura como liberación y como fuente de conocimiento.

Nosotros a lo nuestro: liberarnos hasta de nuestra libertad, si fuera necesario, para conocernos mejor, para ser mejores cada día; mejores en todo, como amigos, como padres, como poetas, como hombres..., con naturalidad, quiero decir, con la cabeza ni demasiado alta ni demasiado baja... Ésa ha de ser, así hemos de escribir nuestra "gran obra".

En fin, he pasado mucho tiempo sin dejarme caer por tus alforjas y me da mucho gusto verlas tan bien mullidas. Tendré que remendar retales perdidos.

Un abrazo, compañero.

Pedro López Martínez dijo...

Muchas gracias, amigo.