martes, 24 de febrero de 2009

TODO UN POEMA

En 1971 yo tenía cuatro años, los mismos que le faltaban al dictador para estirar la pata en la noche de noviembre de aquel hospital de nombre irónico, La Paz. En un libreto de lecturas selectas titulado Amiguitos, de un tal M. Antonio Arias, una publicación que conservo cual reliquia de la memoria y de la historia, los niños de aquel entonces éramos aleccionados con textos tan jugosos como éste que sigue (camuflado, por cierto, entre canciones de cuna, trabalenguas infantiles, poemas a Cristo y fábulas de siempre), una loa construida sobre versículos hiperbólicos en sucesión anafórica que, lo reconozco, uno no sabe releer si no es con un esbozo anacrónico de sonrisa en estos labios ya adultos, ya distanciados, ya definitivamente incrédulos:

FRANCO

Franco es el Caudillo de España.
Franco nació en El Ferrol del Caudillo.
Franco estudió la carrera militar.
Franco, en Marruecos, tomó parte en numerosas batallas. Y como es muy valiente y sabe mandar a los soldados mejor que nadie, a los treinta y tres años ya era general.
Franco, después, salvó a España. Y hace que cada día sea más rica, más poderosa y más respetada. Y que los españoles seamos más felices.

No hay que desdeñar la capacidad del exégeta para resolver toda una biografía en unas cuantas pinceladas. Creo que tampoco es casual ningún elemento, como la referencia a Marruecos o la glorificada valentía del protagonista-héroe. Además, en una excepcional pirueta, el segundo verso pretende que, cuando Franco nació, su ciudad ya era del Caudillo, de donde se infiere que su advenimiento ya estaba pactado en las alturas, como se sabe.

Francamente conmovedor, ahora que hemos reinventado la memoria histórica y la educación para la ciudadanía. ¿Quién da más?

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