lunes, 22 de diciembre de 2008

CRISIS

De vez en cuando conviene detener el paso y fundirse en la luz del instante sucesivo. Es verdad que para ese viaje no se necesita mucha alforja, y que los retales que nos dieron vida, o eso creímos, parecen ahora cuencas vacías, inútiles abismos hacia ninguna parte. Uno se descubre pequeño y solo, frágil como una brizna, mas paradójicamente eterno como la nada gozosa que es, que somos. El fruto se adivina y se ofrece en cada árbol, basta con alargar la mano humilde y llevarlo a la boca, morder su naturaleza, saborear los dones, nutrirse de presencias, sentir que su sazón nos reconcilia con lo más elemental de nosotros mismos, aquello mismo que habíamos olvidado. Entonces todo lo por venir y lo pretérito recuperan de repente esa perspectiva sin horizonte de tiempo que aún define a los pueblos primitivos, su felicidad desprendida y cotidiana. Y nuestros antiguos afanes se resuelven en un destello inesperado de lúcido abandono, de dicha sin fin en la luz del instante. De vez en cuando sucede, y es hermoso.

3 comentarios:

carmen dijo...

Vale, detengamos el paso y, aunque suene muy blandito, fundámonos en la luz de la Navidad. No en la hortera y estridente de los neones que intenta convencernos de que somos lo que no somos si no en "un destello inesperado de lúcido abandono, de dicha sin fin en la luz del instante sucesivo", esa luz que prendió en la Navidad de hace un año, cuando descubrimos entre todos que los Reyes no eran los padres si no los hijos ¿os acordais?, o mucho antes, cuando creíamos que los Reyes eran los Reyes y nos hubiéramos batido el cobre con cualquiera que lo pusiera en duda.
Queridos retaleros: Feliz Navidad!

carmen dijo...

sino,sino,sino,sino (copiar cien veces)

Pedro López Martínez dijo...

El sino del "sino" es que se confunda alguna vez con "si no", al menos en la escritura.

Feliz Navidad para todos!