jueves, 10 de noviembre de 2016

DE LOS PAPELES DE JORGE


Un buen rato pasando revista, otra vez, a los papeles de Jorge. Su agudeza provoca en mí un magnetismo de alcance imprevisible, como si poco a poco esas palabras, esas piruetas verbales y hasta la raíz misma de su pensamiento se contagiaran de una fe que ya no tengo, que quizá tuve hace muchísimo tiempo y luego se me extravió en algún recodo del camino. Por momentos me reconozco en él, creo haber sido yo quien le dictó en su día cada sentencia, cada aforismo. Pero él ya no está y no puede defenderse.
He aquí la muestra con la que esta tarde me quedo, a modo de homenaje, a punto de cumplirse quince años desde su pérdida:

Cuando un hombre pierde una chancla estamos más cerca de saber de qué pie cojea.

El miedo es muy cobarde: mucho más de lo que sugieren sus muecas y de lo que tratan de ocultar sus silencios.

¿Es lícita la autocita, o nace deslegitimada y en pecado original?

La belleza no tiene desperdicio, mientras que la inteligencia se desperdicia continuamente.

Las cosas materiales no dan ninguna libertad; al contrario, para liberarse verdaderamente hay que empezar por desprenderse.

No entiendo nada; nado sin entender.

No hay refrán más certero que aquel que pregunta por la sopa y responde con dos tazas.

Para ser perfecto hay que cometer errores; para ser imperfecto, también.

Pensamiento positivo: lo mejor del futuro es que siempre está por cumplirse.

Quien nada en la abundancia corre el riesgo de ahogarse en su miseria.

Si sólo aspiras a ser alguien, será que no te inspira ser quien eres.

Si te comes el mundo, como dices, acabarás solo y sin nadie a quien contarlo, acorralado por la indigestión o por el vómito.

¿Soy un apolíneo con vocación dionisíaca o un dionisíaco con vocación apolínea? ¿Soy un dionilíneo o un apolisíaco?

Su rencor compartido fue tan largo y tan mutuo que ya no les dio tiempo a rencorciliarse.

Todo se resume en una cosa, pero casi nunca sabemos cuál.

Un experimento con ratones demuestra que la mente humana nunca deja de roer en la memoria.

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