lunes, 28 de marzo de 2016

En el contexto de una entrevista publicada en prensa días atrás, el ya octogenario poeta Francisco Brines deja caer una idea que sosiega y endulza mis habituales incertidumbres: agradece a la vida el haberle dado una vocación, que es, según él, lo máximo a lo que puede aspirar una persona. No habla de un oficio ni de un talento ni de un apacible prestigio en el arte que practica, sino de una vocación, esto es, de una voluntad que trasciende lo mundano, de un afán y de una fe que se muestran irreductibles al triunfo y a la fama, pero a cuyo alrededor gira todo lo que se es de manera irremediable, tozuda. Una inclinación capaz por sí sola de inquietar y optimizar y acaso justificar las vidas sucesivas que consumen la existencia de una mujer o un hombre. No cualquiera puede compartir esa plenitud, esa dicha, ese sentido.

2 comentarios:

José Manuel dijo...

Depende. Una vocación insatisfecha solo sirve para culpar de ello a uno mismo o a la vida, que lo mismo amarga. Como un amor imposible, es inútilmente lacerante, si no es para regodearse en un dolor que tal vez trata de ennoblecer o disimular una frustrante ineptitud.
Pero claro, Brines (o tú, no sé a quién corresponde cada palabra) niega la mayor: si la vocación se muestra irreductible e irremediable no cabe concebirla insatisfecha, pues no busca satisfacción; es tozuda hasta justificar las vidas existentes, pero no halla razones para rescatar las hipotéticas inexistentes.
Esta otra vocación laxa y espuria, lejos de esa plenitud, dicha y sentido que dibujas, solo resalta lo apocado, incómodo y absurdo de la existencia, cuando nuestros mejores argumentos encallan en la grisura cotidiana y naufragan irremediablemente, ahora sí, en la mera aspiración a mantenerse a flote en espera de que una nave extraterrestre nos abduzca o cosa parecida.

Como ves, Pedro, de vez en cuando me asomo por aquí. Perdona este texto pretencioso que no sabe bien qué pretende; en realidad solo quería saludarte. Salud.

Pedro López Martínez dijo...

Una vocación insatisfecha también es una vocación, del mismo modo que el camino equivocado es también un camino. En ese sentido me reconfortan las palabras de Brines, claro. Saludos y salud!!