viernes, 17 de diciembre de 2010

CRISIS, EMPACHO Y COMIDAS DE EMPRESA

El lugar es propicio: una de esas denominadas "comida de empresa" donde cada comensal sabe de antemano que el dispendio le saldrá por unos cuarenta y cinco euros sentado, más la propina de euros que luego le apetezca consumir de pie, con el codo en la barra o con el pie en la pista. El tema, previsible: la crisis económica que venimos padeciendo y que, según los grandes números de los grandes calculadores, nunca tuvo igual desde aquella de 1929 que muchos de nosotros estudiamos para un examen olvidado en los libros de historia del instituto.
Después de pagar laica o religiosamente el dispendio -champán o cava y sobras incluidos-, y de haber acudido a varios bares nocturnos donde se respira humo y ni el que habla se oye a sí mismo, y de haber vomitado el empacho de entrantes y de platos varios y de postres sin tasa en esa taza en la que ya a nadie le apetecerá depositar su orina... Después de todo, uno va y se pregunta qué es exactamente eso que en los países del primer mundo llamamos crisis económica, y qué pensarían de este diagnóstico apocalíptico aquellos antepasados nuestros que perdían dos días de tren en llegar como borregos a su destino en la vendimia francesa, y qué tonalidad tendrá hoy, a esta hora exacta, la mirada de un niño africano que sabe que sus posibilidades de sobrevivir al hambre no son más altas que las de sus padres o abuelos.
En los tiempos que corren, no se me ocurre una imagen más egoísta y repugnante del mundo que la expresión satisfecha de quien se queja de la crisis con la boca llena.

2 comentarios:

dospuntocerovision dijo...

¿45 euros nada mas la cena?

Pedro López Martínez dijo...

He comprobado que en la ciudad donde me muevo (Murcia, España) y entre gentes de poder adquisitivo medio, para estas fechas, los restaurantes ofertan menús para grupos amplios que oscilan entre 30euros (sí!) y 70 euros (también!). No sé si es lo normal, pero a mí más de 40 euros por mesa y mantel para despachar unos entrantes, un par de platos y unos caldos aceptables ya me parece un dispendio... impropio de la tan pregonada crisis. Luego, el nivel de sibaritismo es propiedad de cada uno.

Salud!