miércoles, 12 de noviembre de 2008

¿POR QUÉ?

¿Por qué las cosas que nunca nos decimos suelen ser, también, demasiado a menudo, las que más nos importan?

7 comentarios:

carmen dijo...

Porque callar es lo único que nos salva. Nada existe si no se nombra. Conocemos el peligro y nos hacemos la firme promesa de guardar silencio en el futuro, de no volver a ser débiles, no buscar el consuelos fácil de compartir el secreto, de aliviar la carga. Y no saber, no ser depositarios, si oímos estamos definitivamente involucrados, tarde o temprano seremos cómplices y responsables de lo escuchado.
Hablamos y escuchamos sin medir las consecuencias, una palabra deslizada, un oído dispuesto y el rumbo de una vida cambia. Todo lo que durante años hemos ido construído pacientemente para explicarnos, justificarnos y sobrevivir se desmorona, las vigas que creeíamos firmas resultan ser paja, el cemento frágil adobe y en un momento las habitaciones más íntimas, los más secretos corredores quedan expuestos.
Saber que alguien pensó en ti hace años, antes de tomar la decisión vital, saberlo, además, por terceros que desconocen la serpiente que deslizan en tu oído.
O ser tú quien habla, dejar en otros labios tus palabras, hacer visible lo que hasta ese momento no existía para quien te escucha o al menos no pasaba de ser una conjetura, una sospecha, nada peligroso porque no lo habías nombrado y por tanto no existía.
Y de pronto, en un momento, lo improbable, lo casi imposible se hace palabra y sucede. Inesperadamente se ha hecho verbo y carne y quizás evangelio.
Alguien, el más difícil, poe eso le permitías encabezar tu nómina, ha vertido agua sobre el azúcar de la cuchara perforada y los hermosos reflejos de promesa verde tornan cagadoramente blancos.
Toda tu vida en un platillo de la balanza y en el otro, tu corazón que pesa menos que una pluma.

carmen dijo...

Como de costumbre he entrado al trapo sin pararme en consideraciones. Ya veis, recomiendo callar y al hacerlo soy una bocas. No me hagais mucho caso.

Miguel Ángel Orfeo dijo...

Sinceramente, Pedro, no tengo esa percepción de quienes me rodean, y creo que tampoco de mí hacia ellos. Cuanto más me ausculto los secretos, más insignificantes me parecen, y, si acaso se empeñan en su status, no ha de ser por peligro inminente de derrumbe, sino porque una dosis de misterio siempre es imprescindible para que el ser amado nos siga descubriendo en cada cambio, bueno… y también por lo mucho que nos gusta mirarnos con los ojos del otro, aunque este vicio humano, contradictoriamente, nos vuelva transparentes sin nosotros saberlo.

Isabel Martínez Llorente dijo...

No se dicen porque necesitamos el silencio,
porque necesitamos los “huecos” de Giacometti para poder llenarlos de fantasía,
porque nos sobra el coraje para arrepentirnos antes de alzar la voz.
Y por eso nos sentimos seguros en el inmenso espacio de lo no dicho.
Para salvarnos,
para no morir de forma anticipada,
para seguir respirando en la cotidianeidad de posibles verdades a medias,
y porque así, de alguna manera, seguimos siendo ese “otro” que es “yo mismo”.
Si callas es porque algo te paraliza,
porque el miedo acecha,
y entonces no podemos alzar la voz.
Y es cuando necesitamos el silencio con el que he comenzado.

carmen dijo...

Me llama mi hermano para que le exlique el significado de "c.. blancos", le digo que como veo menos que un gato de escayola creí haber escrito "cegadoramente", amén de otro montón de erratas. Me río, literalmente, por no llorar.

Pedro López Martínez dijo...

Transcurridas las setenta y dos horas reglamentarias, creo que ya puedo comentar vuestros comentarios. Lo mejor de esta pregunta lanzada al ruedo de las interpretaciones -por activa o por pasiva, mojándonos o escurriendo el bulto- es que de algún modo confirma casi todas mis expectativas. En primer lugar, yo estaba convencido de que serían mayoritariamente las mujeres quienes entrarían al trapo: Carmen con su habitual arrebato no exento de pasión y acaso de temeridad, e Isabel con un emotivo crescendo poético que me ha sorprendido. Insisto en que ésta no es pregunta para hombres, porque... porque cualquier respuesta compromete más allá de lo que un hombre estaría dispuesto a tolerar-se. De ahí que la participación de Orfeo, aunque sensata en su apreciación de la imprescindible dosis de misterio, haya sido, más que una respuesta, una desautorización íntima (y legítima, cómo no) de la tal pregunta. Pero a mí, que la formulé sin retórica porque presiento la universalidad de esas lagunas emocionales, me han revelado mucho de mí mismo tanto la palabra desbocada de Carmen como el discreto lirismo de Isabel. Así que, gracias a los tres, y gracias a quienes habéis "pasao", pues entiendo que vuestro silencio es también una respuesta.

Miguel Ángel Orfeo dijo...

Afirmas que "esta no es pregunta para hombres porque cualquier respuesta compromete más allá de lo que un hombre estaría dispuesto a tolerar-se", y en esa afirmación va contenido cierto razonamiento que le hice hace algunos días a Mamen en relación al daño que el sexismo puede llegar a provocar a los hombres, en este caso la amputación de la expresión sentimental. Precisamente por eso, pienso yo, esta es una pregunta especial para hombres, y por eso precisamente piensas tú (¿o no?) que el silencio podría ser una respuesta. Por otro lado, Pedro, nada más lejos de mi intención que "desautorizar" o negar la presunta verdad implícita en tu pregunta; sólo hablaba -desde la íntima convicción, eso sí- a título individual y consciente de que establecer universalidades en el ámbito de la interrelación humana es, cuanto menos, arriesgado.