sábado, 4 de octubre de 2008

POEMA (COMO HAY MIL) DE LA EXPERIENCIA

La mañana de octubre transcurre indiferente
mientras afuera el sol ciega los huertos.
Un soplo de tristeza contagia las paredes
cuando los niños abren la página más triste
e irrumpen en el aula -modales y aspectuales-
las eternas perífrasis.

Esta hora ya ha sido, ciertamente.
La mañana de octubre también tuvo su sol
en otros huertos, y eran otros los rostros,
otra el aula, y era yo aquel muchacho
rebelde ante el rigor de las perífrasis:
observo al profesor que nos miraba
pintando en su cuaderno la desidia
de un tiempo de ceniza.

Cualquiera de esos niños se acodará mañana
en esta misma mesa, contemplará su octubre
detrás del ventanal frente a los huertos,
esbozará tal vez algún poema triste,
y alumnos por nacer lo mirarán
atónitos, abierto por su página
el eterno sopor de las perífrasis.
Y yo ya me habré ido; me fui
por donde vine.

4 comentarios:

Vargas dijo...

Que el tiempo es circular nos lo venían advirtiendo las bocas burlonas de las campanas, las ruinas, los relojes, los ojos de las oscuras golondrinas, los huevos de los caballos de los esparteros, los relojes, los árboles verdes, dorados y desnudos, la pregunta Papá (Mamá),¿eso qué es?, las rosas, los almanaques con santoral, los relojes, las personas que de repente nos preguntan la hora por la calle tratándonos de usted, los versos de amor, los relojes. Y ahora, gracias a tu espléndido poema, también los alumnos que nos miran con todo el aburrimiento del mundo mientras los aburrimos con todo el entusiasmo del mundo. Al menos ellos consultan la hora en sus móviles, no en los relojes.

Pedro López Martínez dijo...

Caramba, Antonio, se nota a la legua que el poema que he "cool-gado" (y que no te diré cuánto tiempo me llevó enhebrar) no es más que una bagatela; si me lo calificas espléndido me rompes el propósito y la intención, que no era otra que poner en evidencia a los poetastros y poetastrisas que andan por ahí presumiendo de, cuando lo único que hacen es repetir un molde antiquísimo merced a las facilidades técnicas de la moda actual, más prosaica que nunca, a despecho de la experiencia. En todo caso, lo bueno de esto es que haya ocasionado tu felicísima enumeración o catálogo de circularidades elementales: no te engaño si te digo que me ha recordado algún poema de Borges, quizás ese que nunca escribió. Y en cuanto a mi ristra de versos, ya te digo, como hay mil. Pero gracias por participar.

Miguel Ángel Orfeo dijo...

¿De veras que no has puesto una brizna de sentimiento a la hora de enhebrarlo? ¿Fue todo alevosía para cubrir el molde? ¿No eras tú el profesor ni el atónito alumno que octubre contemplaba desde el huerto? Pues...¿sabes qué te digo? Que, a lo mejor -y a tu pesar-, Vargas tiene razón y el poema es espléndido. O puede, al fin y al cabo, que nosotros seamos unos cándidos a los que una bagatela seducir puede.

Pedro López Martínez dijo...

Bueno, amigo Orfeo, quizás he sido demasiado espléndido al desautorizar la esplendidez (sic) del poema. En todo caso, creo que la razón siempre es del lector, y que la intención con que el escritor escribe no deja de ser una anécdota prescindible. Siempre he dicho que el lector es soberano, porque lo es incluso cuando se equivoca. Y claro que es imposible no poner una brizna de sentimiento, porque en efecto yo era (soy) el profesor y yo soy (era) el alumno. Mis reservas con este poema se atrincheran en la obviedad del tema, tan manido en su estrategia técnica que apenas si puede aportar un gramo de emoción, o eso creía. De ahí el título, para evidenciar mi inicial desapego; pero tal vez yo mismo lo percibiría de otra forma si lo hubiera titulado, por ejemplo, "Las perífrasis", o "Fugit", o "Eterno retorno", o "Apunte para una mañana de otoño".
Vale, y gracias.