domingo, 6 de enero de 2008

LA MAGIA DESVELADA

Hace unos días, los nueve años de mi hija vinieron a acurrucarse a mi lado. Uno tras otro, esos nueve años traían consigo el previsible mensaje de la edad: papi, ya sé que no es cierto lo de los Reyes Magos, me susurraron del uno al nueve con su hilo de voz. A continuación se instaló entre nosotros un silencio denso que ella, mi hija, respetó como lo haría la prudencia de un adulto, pues seguramente había entendido de antemano que su propio padre, intimidado por la altura de sus nueve años, ya no tenía argumentos para rebatir lo irrebatible.
Yo no guardo el recuerdo de mi encuentro definitivo con la no-verdad de los Reyes Magos, quizás porque en mi casa nunca se cultivó el secretismo de esta tradición, de modo que los pocos juguetes que uno atesoraba la mañana del día 6 habían sido medio pactados con mi madre la tarde anterior, en la misma tienda adonde me llevaba para elegir. Así que, en lo que a mí respecta, el proceso de la desilusión, si lo hubo, fue gradual; no lo recuerdo porque no hubo trauma, y no lo hubo porque tampoco hubo una revelación repentina. (Sin embargo, durante mucho tiempo me tragué el cuento familiar de que yo había sido ropa vieja metida en la maleta que mis padres traían de Francia, cuando les preguntó por su contenido un guardia fronterizo; donde yo viajaba era en el vientre de mi madre).
Anoche, mi hija de nueve años contempló la cabalgata municipal con el ánimo expectante, y esta misma mañana ha recibido sus regalos desde una normalidad sospechosa. Tan sospechosa que me pregunto si no seré yo, antes que ella, quien de verdad ha sufrido el embate de sus palabras del otro día, como si éstas fueran la certificación inesperada de que dejó de ser una niña, de que se hace mayor, de que la magia de su infancia acaso ha dejado ya de pertenecerme.

7 comentarios:

Sebastián Mondéjar dijo...

La actitud de tu hija es profundamente discreta y madura. La mía, cuando se enteró, nos montó un pollo tremendo; mi hijo, en cambio, se lo tomó muy bien (yo diría que incluso se alegró). No obstante, esa magia no desaparece nunca del todo; digamos que se queda grabada en el disco duro para siempre. Por otra parte, yo he ido descubriendo con la edad que los Reyes Magos no son, ni mucho menos, mis padres.

carmen dijo...

Leí "Muertes Paralelas" mientras la algarabía de la Cabalgata de Reyes se colaba por mi ventana. Clara nos apremiaba:
-"¡Mamá, date prisa que ya ha empezado!".
Todavía impresionada por la dureza del relato,que ya me habías contado ante un café y un marlboro, recompuse el gesto, me puse el abrigo y salí a la calle con su mano en la mía sabiendo que a lo sumo en un año vendría a decirme lo mismo que tu hija te dijo a ti. Pero al igual que Sebastián yo también conozco ese maravilloso secreto: los Reyes no son los padres. Yo al menos no lo soy

MCUARTERO dijo...

Yo no tengo hijos pero recuerdo perfectamente cómo y cuándo me llegó ese rumor de que los Reyes son (ssshhh). Lo que no recuerdo es si se lo comenté a mis padres o no, no obstante, estuve haciéndome la distraída muchos años; sabía que aquello haría las cosas más fáciles para todos, incluso para mí. Y no dejé de ser niña, nunca lo he dejado de ser...
Disfruta de esta nueva infancia de Helena.

Unknown dijo...

Pues yo he ido a la Cabalgata este año con la misma ilusión de siempre, de la mano de mi hija, que ya sabe la verdad: los Reyes son los hijos...

Pedro López Martínez dijo...

Qué bello vuelco en la madurez emocional: ¡los Reyes no son los padres, sino los hijos! Es algo que intuimos desde siempre, pero que necesitamos que alguien nos lo diga (quizás, Marta, no sea imprescindible tener hijos para saberlo).
Aprovecho para agradeceros así, en grupo -a María, a Voltaire (?), a Marta, a José Manuel, a Sebas, a Miguel Ángel, a Mamen...-, vuestras incursiones en este invento que jamás imaginé que usaría, pero que, efectivamente, me ayuda a mantenerme en alerta reflexiva, lo que no es poco. Creo que sois vosotros los que oxigenáis este espacio, los que dais color a mis modestas intempestivas. Y, como comprenderéis, no puedo responderos uno a uno ni una a una. Salud!

Vargas dijo...

Enhorabuena, y gracias, amigo Pedro, por estos retales de espléndido paño que nos regalas.

Helena dijo...

ups