martes, 6 de marzo de 2018

"La vida es lo que queda del naufragio de nuestros planes". La frase, leída al vuelo en la fracción de segundo que dura una toma de la película de Guillermo del Toro recientemente oscarizada por los académicos de Hollywood -La forma del agua, un trabajo extraño y sensible, radical e inverosímil, con el eco indulgente de algún Polifemo, con el amor sublimado entre cualquier fea y cualquier bestia-, se me ha adherido a la memoria hasta casi eclipsar las dos horas de butaca frente a la fascinación de la pantalla. No me ha encantado, a ratos fría y sórdida, de una tristeza quirúrgica; pero admito que se sostiene sobre una poderosa honestidad poética. Al fin, sí, la vida es lo que queda...

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