sábado, 30 de septiembre de 2017

Volvemos de la multitudinaria manifestación para detener el muro de cemento junto a las vías del tren. Las causas nobles nunca se podrán dar por perdidas, no antes de batallarlas con pacífica perseverancia.
A todo esto, observo que mis vecinos de planta han colgado una bandera de España, escudo patrio al centro, en la barandilla de su balcón. Mi recelo de banderas, sean del color que sean, contagia a quienes las esgrimen.
Todo cuanto le sucede al artista es alimento para su alforja, recado para su obra. La entrega de los sabios estoicos y la resignación que predica el evangelio no son cesiones en balde, sino que al justificarse por la vía del arte cobran matices heroicos. Arte y destino: aquí es donde la fatalidad de los talentos negocia su consuelo.

jueves, 28 de septiembre de 2017

En la modorra de la siesta, una noticia crepuscular se sale de la pantalla del televisor y eclipsa al resto de titulares previsibles: escucho que Biri Biri vuelve de visita a Sevilla, y lo veo sonreír con su atuendo exótico, y la sola mención de aquel futbolista africano -no hago cierto si de Camerún o de Gambia- me lleva a galope por las galerías de la memoria hasta reencontrarse en la mirada del niño que fui.
Era la década del setenta y yo cumplía seis, siete u ocho años. En mis manos se movían cada temporada, por estas mismas fechas, los cromos con la foto en pose individual, con o sin pelota de cuero, y por detrás la breve reseña biográfica de cada uno de los jugadores de los equipos de la liga española. No necesito demasiado esfuerzo para que aparezcan las páginas de un álbum, y en él los colores de las camisetas y los rostros casi anacrónicos de los dieciséis elegidos de cada club, todavía fijos al papel con aquella masa líquida que hacíamos a base de agua y harina. El Granada y el Elche y el Hércules y el Salamanca y el Santander y Las Palmas eran los habituales de aquel tiempo, junto a los consabidos, a los de siempre: el Atlético y el Atlétic y el Valencia y el Español y el Zaragoza y el Betis. Hay nombres que habitan en mi conciencia como si no hubieran pasado más de cuarenta años: Iríbar, Alessandro o Carnevali; Arrúa, Solsona, Ayala, Aragonés, Cardeñosa, Guisasola, Rubén Cano, los hermanos Rojo, Amorrortu, Esnaola, Sol...
Pero los todopoderosos de entonces eran ya los todopoderosos de ahora, y, al menos en mi barrio, desde muy temprano el azar o la fatalidad determinaban la adscripción vitalicia, inmutable, la eterna antagonía entre el Real Madrid y -más minoritario- el Fútbol Club Barcelona. En las alineaciones blancas solían estar García Remón, Camacho, Breitner, Del Bosque, Macanás, Pirri, Santillana, Amancio o Netzer, mientras que las blaugranas sonaban a Sadurní, Rifé, Migueli, Marcial, Asensi, Neeskens, Rexach, Tomé o Cruyff.
El holandés de Amsterdam, Johan Cruyff, fue precisamente quien decantó mis querencias, o eso creo. Hasta hoy, como ya saben ciertos versos de los que no abdico.
Y ahora resulta que Biri Biri vuelve a Sevilla, de visita...

miércoles, 27 de septiembre de 2017

Rechazo invitación para participar en un acto literario, o más bien socioliterario (porque estrictamente literarios solo concibo dos actos, leer y escribir). La excusa, real, se evidencia en el contraste de mi vida actual: tengo padres demasiado mayores e hijos demasiado pequeños. Aunque lo cierto es que ni me gusta ni me apetece ni dispongo de tiempo para eso.

lunes, 25 de septiembre de 2017

Tras sugerirme una archiconocida cadena norteamericana de comida rápida que dispensa sus productos a más de medio mundo, yo hice un gesto ostensivo que equidistaba entre el asombro y el asco.
-Tío, te estás aburguesando peligrosamente -fue su dardo de veneno cordial.
Entonces, la bondad del idioma vino en mi auxilio casi sin forzar ningún resorte, inmediata y mordaz, ingeniándoselas por sí misma, satisfecha de su juego saludable:
-Mejor aburguesado que hamburguesado, ¿no?
Y ahí se zanjó cualquier disputa.

domingo, 24 de septiembre de 2017

Llegados a este punto, cada uno de nosotros -me refiero sobre todo a los demócratas del lado de acá- debería hacer el descomunal esfuerzo de preguntarle a su conciencia si sabe tolerar -o si acaso no sabe- que otro ciudadano pueda sentir, desear y defender con sus propios argumentos la idea política de independencia para el territorio en el que vive. Solo entonces concluiremos si el manoseado adjetivo -esto es, demócrata- se ha de escribir con letra firme o si debe prorrogarse la cursiva. 
Retales para hilvanar unas memorias:
22. EL TIEMPO DE LOS ALATONES.

sábado, 23 de septiembre de 2017

Me puse a pensar una lista de cosas que puede hacer un colega (un colega que admitió cierta desorientación para afrontar lo inevitable) en su primer día de jubilado, y la lista pronto se convirtió en una enumeración caótica que alternaba lo sensato y lo insensato en su amalgama lírica, así que finalmente aquella pretendida lista acabó siendo una letanía en verso libre al estilo de alguno de los poemas que debemos a Borges. Lo pensé y no lo escribí, pero he dejado la puerta entreabierta, por si un día de estos me asistiera el ánimo de hacerlo.

miércoles, 20 de septiembre de 2017

La jornada empezó temprano. A eso de la una estábamos llegando a la puerta de urgencias, y a las tres ya habíamos vuelto. El pediatra que atendía, desconocido para nosotros, era parsimonioso en su decir de acentos argentinos, presentaba un bigote denso y se abonaba a esa edad indiferente que va de los cincuenta largos a los sesenta escasos. Dos nebulizaciones consecutivas y regreso por las calles solitarias del centro. Mala noche, poco descanso. Luego, avanzada la mañana de cafés y de ojeras, me entero entre clase y clase de las novedades sobre Cataluña y, más tarde aún, del agresivo terremoto sucedido en Méjico. No me regalo una siesta, pero aguanto bien. Hablo por teléfono con mi padre, con mis hijos mayores. El día camina casi firme, sin oscilaciones ni imprevistos, hacia su desenlace; salvo que un breve episodio de tos se expande ahora desde el cuarto de Darío y mis manos permanecen quietas sobre el teclado. No soy de cruzar dedos ni de tocar madera ni de rezar rezos, pero a veces dan ganas. Hoy has hablado mucho; hoy, Pavese, no escribirás más. Me duele el cuello, la espalda.

martes, 19 de septiembre de 2017

Circunstancias complicadas para escribir a diario, para aislar un espacio íntimo y defender un paréntesis de creación. Ya me acerco al cuarto sexenio y siento como si cada principio de curso se me hiciera más difícil encajar las piezas, adaptarme a los horarios y a la proximidad de rostros que atienden a mi discurso repetido, conciliar esto y aquello y lo otro para llegar a tiempo a todo, integrar lo que soñé y lo que soy en lo que seré y en lo que quiero. Papeles varios y reuniones estériles y decisiones ajenas urden su revoltijo de eventualidades, y alguna vez, incluso, como la madrugada pasada, consiguen desvelarme con esa especie del pánico que se sustancia en el estrés. Antes de volverme a dormir, o acaso ya dentro del sueño, he presentido algo, una quiebra, un mal augurio, una bofetada inminente de la vida; pero no se ha concretado en nada, no aún.

domingo, 17 de septiembre de 2017

Retales para hilvanar unas memorias:
21. EL ZAPATO Y LA VIRGEN. 

viernes, 15 de septiembre de 2017

Cunde en mi entorno el número de quienes pierden al padre o a la madre. Desde hace semanas es un goteo intermitente pero continuo, más o menos próximo. Ha de ser que, como hijos, ya nos vamos asomando a esa edad en que la ley natural impone su lógica. El otro día, a una afectada se le resbaló esta reflexión: "Hasta ahora, la muerte de tu padre o de tu madre era algo que siempre les sucedía a los otros, pero no a ti". Así es, así será.

jueves, 14 de septiembre de 2017

Ante la inesperada perspectiva de tres largas horas para mí, hubiera podido incrustarme entre las páginas de una novela, o haber visitado algún comercio para procurarme el par de pantalones que necesito, o haber perfilado algún sermón pedagógico que capte la benevolencia de los grupos de alumnos que mañana recibiré en las aulas. Pero no; he buscado una sala céntrica y me he metido a ver una de las películas que anunciaba el cartel: Verano de 1993. Lo primero que uno piensa al toparse con un título así, mientras paga la entrada y sube las escaleras y se acomoda en una de las últimas filas, es qué hacía yo y con qué gentes andaba, qué mundos me definían y qué soñaba, quién era ese yo remoto de hace más o menos la mitad de mi vida, en la torridez de aquellos meses del año 93. De inmediato cesan las luces -no hay apenas anuncios publicitarios-, emergen los subtítulos junto a los primeros planos. Poco a poco, el espectador se va familiarizando con la lengua catalana y con el rostro de la niña protagonista y con la sencillez trágica de su historia.
A la salida, encuentro prescindible con un antiguo conocido, ególatra profundo que estrangula mi paseo de vuelta durante quince o veinte minutos.

miércoles, 13 de septiembre de 2017

Era un poema que me debía sobre todo a mí, y creo que ya lo tengo. Lo empecé meses atrás, cuando se me impusieron los dos primeros versos, pero no lo fatigué demasiado y dejé pasar las semanas y los días (y con ellos todo el verano) esperando esa disponibilidad de ánimo de la que a veces hablan quienes escriben poemas o componen canciones. Ahora, hoy, lo percibo casi acabado, digno hasta donde he sido capaz, y al revisarlo caigo en la cuenta de que casualmente consta de dieciséis endecasílabos, feliz correspondencia con los actuales dieciséis años del hijo al que va dedicado. Se titula De nombre Federico (Federico por su abuelo, a su vez Federico como el suyo), un nombre para mí familiar que sin embargo no quiebra su larga estela de malditismo poético, desde Nietzsche o Hölderlin hasta García Lorca o Fellini. Ahí queda.  

lunes, 11 de septiembre de 2017

A menudo, sobre el trazado de un túnel suele haber también un puente, salvo que ambos se sitúan a distinto nivel y nos aventuran por direcciones cruzadas, hacia objetivos que no convergen en ningún punto del espacio, al menos mientras se sigan llamando túnel y puente. Solo cuando salimos del túnel o cuando hemos descendido el puente, y no siempre, el dibujo de las líneas recupera el mismo nivel y, con un simple giro desde uno o desde el otro, se podría propiciar la progresión paralela o, incluso, la fusión de las dos vías ante un solo horizonte. Y qué diablos significa todo esto para quienes no me conocen; más aún, cómo puedo transmitir la verdad profunda de este pensamiento a quienes me están leyendo, a usted por ejemplo, para que usted y ellos entiendan que no encuentro mejor metáfora para empezar a contar mi vida, la historia trágica de lo que fue o habrá sido mi vida dentro de pocas horas. [...]   
Así empieza la novela que he imaginado esta tarde, hace un rato apenas, mientras trataba de doblegar a Darío en la desigual batalla que reproduce a diario el inicio de la siesta. He visto la trama esencial y algunas derivaciones episódicas, y he visto el alma de un ser humano que sufre y lo relata desde la primera persona del singular. Ha sido como un aire pasajero y jovial que ha perfumado mi ánimo. Pero ahí se queda, porque no albergo intención de continuarla. No tiene, por lo demás, la menor importancia. De hecho, ya la he olvidado.

domingo, 10 de septiembre de 2017

Retales para hilvanar unas memorias:
20. VISIÓN DE MI PADRE.

sábado, 9 de septiembre de 2017

Más cerca de los compañeros que se jubilan por edad (con o sin júbilo, con melancolía o sin ella) que de las muchachas y muchachos que llegan al claustro con su ultimísimo ingenio ultraligero de manzana con mordisco bajo el brazo; más cerca del libro de papel y del referente humano (dentro y fuera del aula) que de la sofisticación informática que todo lo desalma, lo devora y lo vomita.

viernes, 8 de septiembre de 2017

Miro hacia Cataluña con menos desapego emocional del que sospechaba hace solo unos meses, aliñado, eso sí, con un poco de incredulidad y otro poco de tristeza. Advierto en sus representantes políticos, entre otras debilidades y mediocridades de bulto, la pretensión de construir su identidad territorial desde el resentimiento y el desprecio -el mismo que habría que censurarle a un amplio sector del ultranacionalismo español-, resentimiento y desprecio no ya dirigido a los órganos y las instituciones del país al que pertenecieron y todavía pertenecen, sino hacia los mismos ciudadanos catalanes a los que dicen representar, sean apóstoles del sí o apóstoles del no. Está tan podrido el lenguaje, son tan demagógicas las argumentaciones que esgrimen y tan irrisoria la insolencia de sus rostros, tan chabacano y bananero todo el entramado, que ya la parafernalia de símbolos y la sobreactuación de su estudiada dramaturgia se parece más a un teatro del absurdo que a una apuesta convincente por la democracia (entre cuyas bondades, no se olvide, figura el supremo acto de poder votar propuestas legítimas en conciencia y libertad).
Me entristece lo que veo y lo que escucho estos días, el imperio de la mezquindad y el odio de clase, el bochorno de las formas. Pero, más allá de eso, me apena la indefensión del pueblo catalán en su conjunto. 

jueves, 7 de septiembre de 2017

Plazos que vencen, renovaciones cíclicas, prisas. Trasiego de impresos, de solicitudes, de matrículas, de salvoconductos estériles, de portales con su página web y de papeles presentados in situ, de códigos secretos y de datos inmemoriales y de fotocopias selladas, de sometimientos más o menos conscientes al dictado de la burocracia.
Cada día que pasa somos más reos de las complicaciones y de los trámites irrelevantes, más cómplices de un rodillo ajeno que no cesa de triturarnos, más colaboradores necesarios de la estupidez que todo lo coloniza. Si al menos hubiera un margen, un resquicio para declararse en rebeldía...
El mundo, este mundo.

miércoles, 6 de septiembre de 2017

Cuando juzgamos al otro -a quien fuere, desde el último mezquino al primero de los tiranos- lo hacemos siempre desde la parcialidad, sin considerar todos los argumentos de la causa, todas las variables que desembocan fatalmente en su acción o en su inacción, o al menos sin sustraernos al atenuante fundamental de cualquier juicio: ser el otro, estar en su piel y en la infinita red de experiencias y causalidades -sí, causalidades- que le otorgan identidad y que, quién sabe, acaso lo disculpen o lo exculpen en una esfera superior.
En cambio, nos sobrarían datos y razones y secretas vergüenzas para juzgarnos a nosotros mismos a cada instante, los tenemos siempre al alcance de nuestra conciencia, cuando hablamos demasiado y cuando nos mordemos la lengua, cuando actuamos y cuando dejamos de actuar, cuando faltamos al principio de coherencia y cuando cedemos a la lógica del miedo o al chantaje de la prudencia. Sin embargo, se nos pasa buena parte de la vida posponiendo cualquier sumario del que seamos protagonistas, mirando para otro lado, escurriendo el bulto o, lo que es peor, justificándonos.

lunes, 4 de septiembre de 2017

¿Sabe la Luna
que la luz que la llena
da en mi ventana?
Lo que más me conmueve de una vocación artística, cuando la presiento en otros o cuando la recuerdo en mí mismo, es la descarnada soledad en la que ha de desenvolverse, el afán íntimo que la aviva y la sostiene, ese empeño ciego e inefable que se eleva sobre el anonimato y sobre la incomprensión y hasta, tal vez, sobre el fracaso y el olvido.
Sin embargo, cuán poco o cuán nada significa todo eso para quienes discurren al lado del artista, incluso para sus más próximos en la tarea cotidiana de vivir, desde familiares y amigos a supuestos colegas o compañeros de confesión. Para él, no se trata de instalarse en un objetivo nítido, no es fama ni dinero ni prestigio lo que persigue, no es -o no solo, no principalmente- la tentativa humana de satisfacer la vanidad, de hacerse visible o dejarse querer, de alimentar el reconocimiento, de soñar la gloria póstuma. Hasta la palabra vocación se le va quedando estrecha, equívoca, demasiado dócil, y de ningún modo colma las expectativas en las que cifra su destino.
Hablamos de una verdad que solo quien la corteja comprende, de una plenitud agónica, impenetrable y egoísta y desnuda, dichosa y trascendente, de hechura clandestina y materia intransferible. Incluso en la frustración caben sus dones.

domingo, 3 de septiembre de 2017

Retales para hilvanar unas memorias:
19. FLORES EN OTOÑO.

sábado, 2 de septiembre de 2017

Me releo en los escritos italianos de agosto y me pregunto cómo habré podido redactar -con la exigida coherencia, con alguna pizca de sentido- en una pantallita ya anticuada de teléfono móvil, apuntando cada letra del minúsculo teclado con la yema del índice, equivocándome y volviendo sobre los renglones imposibles, y luego acertar con todas las conexiones, las intrínsecas y las extrínsecas, las textuales y las extratextuales, los fallos de la ignorancia y los fallos del sistema, para conseguir al fin que mi botella y su mensaje fueran engullidos por el ciberespacio, ciertamente infinito. En ocasiones, las palabras que traía embastadas en la memoria se me derramaban con fluidez, sin afectación, ligeras; pero otras muchas se me emponzoñaba la idea o se me resistían los criterios del mecanismo o se apagaba la luz misteriosa de la página sin haber guardado nada, y tenía que renunciar. Hubo intenciones que se quedaron en poco más que eso, notas crípticas que aún aguardan su hora en el anacrónico tintero. Pronto diré más.

viernes, 1 de septiembre de 2017

Se acabaron los días peregrinos, la interinidad de las horas, la desubicación. Llega septiembre con su empuje de siempre, mas atenuado acaso por la experiencia de todos los septiembres, casi jugando a remolón, un poco ajeno al tumulto de eventualidades y de obligaciones inaplazables que trae consigo, sabiéndose cada vez más necesario para recuperar costumbres, hábitos, rutinas. Cualquier regreso se contagia de la luz de septiembre. Me gusta este mes, su expectativa cíclica, el repliegue que anuncia.