Más de una vez en los últimos tiempos me he sorprendido
preguntándome cuándo y cómo cerraría esta ventana abierta al mundo, con qué
palabras clausuraría para siempre un sitio donde me propuse ejercitar el
músculo literario sometiéndolo a la inmediatez del medio y a un principio
elemental de disciplina de la reflexión.
No haré ningún balance: ahí queda mucho de lo que he sido y de lo que hoy soy, y también de lo que pude haber sido y de lo que nunca seré. Redacto esta esquela con un extraño desapego, casi con
alivio, como si me hubiera desembarazado al fin del compromiso íntimo de
mantener la expectativa de esta alforja sine díe, o como si mi propio aliento adivinara
en sus retales futuros, en los que no afronté, en los que aún estaban por
venir, la búsqueda de otro molde menos urgente, la discreción de una vasija más sabia
donde poder verter la nueva fe de su destino perezoso.
Gracias por todas las visitas, las asiduas y las fugaces, las
que fueron y las que serán, y también por los eventuales comentarios que han alimentado el encuentro.
Gracias por la complicidad y por la paradójica virtud que
ampara el desacuerdo.
Gracias por la compañía, por la soledad, por el misterio,
por la vida.
Salud!
jueves, 13 de junio de 2013
miércoles, 5 de junio de 2013
ESO CREO
Días atrás anoté en mi libreta -mientras esperaba al amigo y el café- una idea que me ronda desde hace años, pero a la que no había
prestado mucha atención hasta que se manifestó como excusa a partir de un poema recitado en clase, poema que
desencadenó un debate con los alumnos y que me obligó a improvisar
algo parecido a esto que anoté en mi libreta, días atrás:
Creer no creo en nada, o eso creo... Mi fe suprema oscila entre la militancia ateísta y el más puro agnosticismo. No obstante, más allá de dioses y de azares, de voluntades y de efectos causales, supongo que si en algo creo es en la inercia (sí, y no solo en el plano físico que postuló Newton) como principio rector del devenir universal. Creo que mi credo está emparentado con la idea clásica de fatalidad, mas no la fatalidad en tanto que destino escrito a voluntad de las divinidades, sino como corriente de agua que arrastra la existencia de todos y de todo con una fuerza natural e irreprimible, intrínseca. O eso creo...
Creer no creo en nada, o eso creo... Mi fe suprema oscila entre la militancia ateísta y el más puro agnosticismo. No obstante, más allá de dioses y de azares, de voluntades y de efectos causales, supongo que si en algo creo es en la inercia (sí, y no solo en el plano físico que postuló Newton) como principio rector del devenir universal. Creo que mi credo está emparentado con la idea clásica de fatalidad, mas no la fatalidad en tanto que destino escrito a voluntad de las divinidades, sino como corriente de agua que arrastra la existencia de todos y de todo con una fuerza natural e irreprimible, intrínseca. O eso creo...
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