Ni te he poseído, ni nunca, creo, te poseeré. Algunas palabras, un contacto, como en el bar anteayer, y nada más... Es, aunque no lo diga, triste. Mas nosotros, siervos del Arte, en ocasiones con la intensidad del pensamiento y, desde luego, solo por poco tiempo, creamos un placer que parece casi real. Así, en el bar, anteayer -con la ayuda, por lo demás, del muy compasivo alcohol- gocé media hora de total erotismo. Y lo comprendiste, me parece, y adrede te quedaste un rato más. Era sumamente necesario, porque con tanta fantasía y el mágico alcohol, tenía que mirar tus labios, tenía que tener cerca tu cuerpo.
Constandínos Kavafis
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