18XI2019
Imagen: Mi padre, con la cabra que le regalaron a los seis o siete años.
Texto: Hay personas cuyo trato nos reconcilia a cada instante con la vida.
Seguramente porque se muestran como son, sin estridencias ni falsos
heroísmos, ebrias de un sentido común que ya no se estila, hechas a sí
mismas, con esa inusitada virtud que cotiza a medio camino entre la
humildad y el orgullo. Solo por haberlas conocido, por dejarnos asistir
al cotidiano ejemplo de su discreta sabiduría, de su autenticidad y su
honradez, sentimos que mereció y que aún hoy merece la pena este mundo.
Me refiero, ahora, a mi padre; pero a él nunca le he dicho lo que aquí estoy diciendo.
19XI2019
Imagen: Dos sombras que parecen abrazarse.
Texto: Parecen dos cuerpos que se palpan en la noche, la silueta de un abrazo
lento y el beso eternizado al que se entregan. Pudo ser hace días o
semanas, meses o quizá años que muy pronto se medirán por lustros y
quién sabe si también por décadas. Sucedió entre dos cuerpos, entre dos
bocas que tal vez se acercaban con la punta respectiva de sus lenguas.
He aquí su certeza prolongada: donde yacen las sombras, reinó la luz.
20XI2019
Imagen: Instante de circulación en hora punta.
Texto: Cada mañana es la repetición de la anterior, salvo que toque sábado o
domingo o la semana traiga una tregua extraordinaria. La misma hora y el
mismo circuito y tal vez las mismas detenciones, los mismos coches con
las mismas matrículas, las mismas prisas. Por un lado evaluamos el
sinsentido de este ritmo que nos envuelve y nos mata, nos quejamos del
semáforo y del tiempo que se emplea y del ruido y la contaminación que
provocamos; por otro, nos alivia que todo sea igual, casi calcado en sus
minucias, ningún percance, ninguna concesión al azar, la sacrosanta
puntualidad de todos los días.
21XI2019
Imagen: Mancha multiforme en el tronco de un árbol.
Texto: En cuanto lo vi acaparó mi atención poderosamente. Era lo que era y nada
más, un enigmático producto de la propia naturaleza, una amalgama de
colores vivos que hubiera hecho las delicias del azar en la brocha de un
pintor de la más rabiosa vanguardia. Pero su relieve, su textura
expresiva -la fuerza de la sugerencia o la mera superstición-, hubieran
podido remitir a otros fenómenos más improbables si el mío fuese un
espíritu predispuesto al delirio religioso y a las necedades de la fe:
un rostro, por ejemplo, el rostro ensangrentado de cualquier profeta.
22XI2019
Imagen: Mi propia sombra en una pantalla mientras la fotografío con el móvil.
Texto: La obsesión de la imagen es ya, en los mundos que nos habitan y en esos
futuros sin porvenir que se vislumbran, una certeza inversamente
proporcional a la obsesión de la lectura como fuente de placer. A más
imágenes y formatos que las reproducen -inmediatos e intuitivos, fáciles
y egocéntricos-, menos inquietud textual, menos índice de inmersión en
la extraordinaria cultura del libro, menos ganas y menos fe en
desentrañar el íntimo y secreto encuentro -intransferible y radical- con
la imaginación literaria. Y las pedagogías innovadoras no saben nada de
Platón ni de lo que significa su caverna. Más razones aún para el
escepticismo y el silencio.
23XI2019
Imagen: Visión de la calle desde la puerta de la casa donde nací.
Texto: A mi derecha está la puerta de la casa de la que acabo de salir, y a mi
izquierda el corral donde encierra sus cabras un vecino. El suelo que
piso es de cemento, no de adoquines, y la distancia entre las dos aceras
se me antoja más amplia porque yo soy pequeño. La Dolores la Virgen
barre su escalón y la Anica la Trapitos el suyo. Ahora llamaré a mi
primo Fede, que vive ahí, y juntos bajaremos la cuesta, giraremos a un
lado y a otro, compraremos un dulce en la tienda de la Carlota y luego
atravesaremos todo el pueblo por la calle Mayor para llegar al colegio.
Vivimos en marzo de 1972; hace un par de noches que nació mi hermana.
24XI2019
Imagen: Escalinata de París, con turistas y gente que mira su teléfono móvil.
Texto: Mi resistencia a esta y a otras redes de mensajería cruzada -múltiple,
global- se había mantenido incólume, a raya, hasta comienzos del último
verano. Fue entonces cuando caí en la dulce tentación y me apliqué a
colgar a diario, disciplinadamente, sin una sola mella, esa imagen y ese
texto que se exigen entre sí y se retroalimentan, procurando no
sucumbir del todo -o eso entiendo, pero quién sabe- al vasto surtido de
frivolidades y de vanos narcisismos que acompañan a este medio. Hasta
hoy...
Fuera de la pantalla, al fondo, abajo, a nuestra espalda, el
maravilloso pulso de la vida, la realidad que fluye y se escapa,
ciudades para andarlas y sentirlas y mirarlas. Como París.
lunes, 25 de noviembre de 2019
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2 comentarios:
La verdad, Pedro, es que no sé si admiro más de ti el talento o la perseverancia.
Pues... casi prefiero lo segundo, la verdad. Quizá porque entiendo que con el talento no basta y que en la perseverancia hay un componente de ilusión y motivación que no me gustaría extraviar del todo.
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