lunes, 11 de noviembre de 2019

28X2019
Imagen: Dos ciervos en la transición del día a la noche.
Texto: Parecían sombras chinescas sobre la línea horizontal del suelo, mostrándose a contraluz en el lienzo celeste de un anochecer de otoño. De repente sentí mi cuerpo atravesado por el frío amable de la creación, suspendido en la nostalgia de la eterna quietud, esa que siempre fue anterior a mí y que será, también, sucesora de mi ser, para siempre. Tomé la cámara, apunté al objetivo, posé el índice, se oyó un chasquido lejano y ajeno.

29X2019
Imagen: Cometa típica moratallera, fabricada por mi padre.
Texto: Todo era artesanal, todo fabricado a mano y con materiales baratos y sostenibles.
Cuando llegaba la época de las cometas (creo que a finales de agosto, pero no lo hago cierto), los muchachos buscábamos las cañas, las arreglábamos a medida y las armábamos con hilo bramante; luego, en la tienda, comprábamos papel de color, lo cortábamos y lo adheríamos cuidadosamente con una masa de agua y harina; por fin, le añadíamos flecos de adorno alrededor, le anudábamos una larga cola de jirones de tela pesada y, con una buena madeja de hilo enrollado en un palo, peregrinábamos al cerro más próximo.
Y volaban, ya lo creo. A veces se alejaban cientos de metros y permanecían horas en lo alto, serenas y orgullosas; o bien cesaba el viento de repente y teníamos que correr a la contra para elevarlas y que no cayeran.

30X2019
Imagen: Esperando a mi hijo.
Texto: Las horas muertas.
La silenciosa espera delante de una taza, de unos ojos ausentes, de un libro olvidado de poemas, de un paisaje sin alma.
La suma exacta de los sucesivos tiempos envasados al vacío, de los tiempos quirúrgicos y ajenos, de los tiempos incautados a la nada, de los tiempos que nunca vuelven, de los tiempos que por su peso caerán en saco roto, de los tiempos perdidos a conciencia y sin excusa, de los tiempos que sueñan a rebufo del destiempo, de los maravillosos tiempos sin tiempo.
Las horas muertas que, jugando, se pueblan de palabras.
Las horas vivas.

31X2019
Imagen: Luces de neón: "La città era piena di rumore"...
Texto: El ruido está en todas partes, cada vez más ensordecedor, más incisivo y más déspota. Se cuela por cualquier rendija, con permiso o sin él, huracanado o susurrante, y todo lo contamina y lo pervierte. Está en las calles, en los platós de televisión, en cada post de cada red social; pero también existe al margen del sonido, en las miradas, en las manos, en los gestos obscenos. A veces, sutilmente, se adueña del silencio, lo chulea y lo prostituye, lo devora como un cáncer, lo maneja y lo anula. El ruido se instaló hace tiempo muy dentro de nosotros.

01XI2019
Imagen: Desde la arcada del horno techado, en el huerto de mis padres.
Texto: Me gustaría que, cuando deje de ser, cuando mi respiración no se nutra de este oxígeno y mi cuerpo abandone por siempre su espacio en este mundo, alguien se encargue de reducirme a ceniza y que esa ceniza se mezcle de nuevo con la tierra de algún lugar que me sea próximo; por ejemplo, con la tierra de este huerto de modestas vistas que inspira buena parte de mis afectos y memorias.
Me gustaría ahora, sí, mientras lo pienso. Pero sé ciertamente que desde el instante en que deje de ser ya todo me dará lo mismo; es decir, nada, o incluso menos que nada.

02XI2019
Imagen: A los abogados asesinados en la calle Atocha, con balcón.
Texto: Me apena esta hornada de jóvenes cuya mejor disculpa es que son hijos de sus progenitores.
Caminan enredados en cables de auricular, como zombis de un tiempo errático; todo lo encuentran a mano y todo les entretiene y todo les aburre; víctimas de los incontables reclamos, su pereza neurológica y su apatía apenas conciben el adoctrinamiento consumista al que son sometidos, el tramo fronterizo entre la verdad y la mentira, el factor anestesiante de su mundo virtual. Por no hablar de su desmemoria histórica, de su orgulloso desdén del pasado, de su ignorancia satisfecha y complaciente.
Y los padres, sí, somos cómplices necesarios de su extravío irremediable.

03XI2019
Imagen: Paisaje de carretera con curva y nubes.
Texto: Nubes de ayer, nubes de otoño ya; sin embargo, la templanza preside días confusos y ambiguos, días que no terminan de definirse en el calendario de las estaciones. Pero ese intenso azul y esos cúmulos algodonados que amenizan el horizonte, y esta luz que cae sobre los olivos en el principio de la tarde, son ya un anuncio del cambio inmediato, un guiño de la naturaleza que se respira en cuanto vemos y escuchamos, la pudorosa sinestesia que hará suya cualquier observador de la belleza, cualquier artista receptivo, cualquier poeta.

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