lunes, 24 de marzo de 2014
PARÍS Y PARÍS
¿Qué diferencia habrá entre el París detenido en los libros y películas (el París finisecular de Oscar Wilde, el París de la rayuela ineludible de Julio Cortázar, el París en la medianoche mágica de Woody Allen, el París de tantos y tantos artistas que exploraron su talento en la cuadrícula del plano de París) y el París respirado en las cafeterías y los bulevares, en los apartamentos y los puentes sobre el Sena? ¿Qué distancia entre el París que soñó el poeta para enhebrar su retahíla contagiada de versos libres y el París previsiblemente inabarcable por el que transitan a diario más de diez millones de personas, más de diez millones de cuerpos que oscilan de sol a sol y de luna a luna, más de diez millones de rutinas que deambulan de la ducha al trabajo y del almuerzo al coito, más de diez millones de personas con más de diez millones de nombres y más de diez millones de rostros y más de diez millones de historias de las que son protagonistas diez millones?
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