martes, 22 de abril de 2014
BANDO DE LA HUERTA
Hay un día en que la
ciudad conmemora sus raíces, un día en que oleadas de lugareños y forasteros
inundan sus calles y abarrotan sus parques uniformados bajo el disfraz moderno de
los antiguos atavíos. Ese día, auspiciado por las autoridades y bendecido por
altos valores incuestionables como la identidad y la pertenencia, los locales
de ocio sacan a la puerta sus barras y sus estrépitos de lo que llaman música,
y el común de la ciudadanía deambula de la mañana a la noche, comiendo y
bebiendo sin tasa de las longanizas y los chorizos y las
morcillas y otras suculencias de la región que almacenan en sus carritos del
Carrefour o del Eroski. Ese día casi todo está permitido, casi todo se legitima
y se ensalza, desde la producción de toneladas de basura que ya vendrán a
recoger los escuadrones de la limpieza a la consagración de cualquier rincón en
meadero público durante toda la jornada. Ese día los más niños aprenden de la
liberalidad contagiosa de sus padres, y ese día, también, decenas de adolescentes emancipados
para la causa de la fiesta, jóvenes imberbes que nunca se habrán subido a un
árbol ni sabrán distinguir una era de un bancal, colapsarán los servicios de
urgencias de los hospitales con la fe suprema de su bautismo identitario. Ese día es
hoy.
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1 comentario:
Un día para el olvido
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