Por qué no decir que me alegro de que la democracia griega
haya dicho no a las exigencias de las altas estructuras del poder
económico. O lo que es lo mismo, fortalece mi ánimo que una notable mayoría de
helenos en situación de pobreza decida anteponer su dignidad como persona,
frente al atropello continuado de un sistema que se debe al capital y que,
disfrazado de demócrata, solo atiende a los intereses sin fin de los que se
denominan acreedores, que son los que atesoran nuestro dinero para luego
prestárnoslo y así generar más dinero que los enriquece a nuestra costa.
Me pregunto qué porcentaje de síes y de
noes saldría de las urnas si los democráticos gobiernos europeos se atrevieran a indagar de los ciudadanos su democrática opinión sobre el caso de Grecia.
Es un
símbolo ese no, y me encanta.
domingo, 5 de julio de 2015
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