sábado, 25 de julio de 2015
El paréntesis de varios días en el pueblo -pendiente de hijos y de padres, con poco espacio y con menos tiempo, sin buen acceso a los recovecos cotidianos de internet- dejó a medias la lectura de esa novelita de Stefan Zweig con
la que he querido comenzar el volumen que recauda diez títulos del autor
suicida. Se trata de Miedo, la historia de una burguesita que encarna una especie de híbrido entre Emma Bovary y Rodión Raskólnikov, salvando la obviedad de las distancias. Mientras despachaba las últimas páginas se me ha ocurrido, con
la nitidez de las imágenes urbanas y la certeza de la banda sonora, que la
perspicacia de Woody Allen sabría adaptarla a la época actual y reconvertirla en una de sus comedias, bajo el inconfundible hechizo de sus diálogos.
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