jueves, 11 de octubre de 2012
HAMLET
Si pensamos en ellos como mitos -me refiero a Ulises, a Don Quijote, a Fausto, a Don Juan...- es porque, en el transcurso de una sola vida, a la mayoría de nosotros nos es dada la oportunidad o sentimos la tentación, una vez al menos, de encarnarlos, de ver o hacer lo que vieron o hicieron, de ser los protagonistas fatales de su experiencia universal. Yo mismo soñé con la aventura de aquel Ulises, yo mismo fui Don Quijote entregándome al sueño imposible, yo mismo he tenido a menudo la tentación de un Fausto que vendía su alma a cualquier diablo; pero, sobre todo, durante un tiempo cayó sobre mi conciencia la tortura incalculable de aquel Hamlet paralizado por la indecisión. Y comprendí ya para siempre que, en los asuntos importantes, también la duda decide.
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