Reflexiones sobre los teléfonos móviles y el nuevo "homo cellularis", sobre los paradójicos primores y los excesos de Internet, sobre la necesidad -aún, frente a la ceguera virtual- del profesor que separe el grano de la paja, sobre el aluvión de información y la urgente tarea de procesarla, contrastarla y discriminarla, sobre los viejos y los jóvenes, sobre lo humano y lo divino...
Me acompaña a ratos, en estas horas de clausura hospitalaria, la clarividencia próxima, campechana, del último Umberto Eco, en su recopilación de artículos De la estupidez a la locura, o "cómo vivir en un mundo sin rumbo". Ya queda menos.
lunes, 10 de julio de 2017
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